La asociación de técnicos de ambulancias reanuda su lucha en demanda de "rutas sanitarias" libres de "lombos" para acceder con sus vehículos al hospital Montecelo y ayer realizaron una inspección de estos pasos sobreelevados en la ciudad acompañados de Mateo Lafragua, un ciudadano vasco con un doble trasplante de riñón que en su día logró que retiraran los 19 "lombos" que había en los siete kilómetros de carretera entre su casa y el hospital de Bilbao al que acudía a diaria para sus sesiones de diálisis.

Ante esta experiencia, elaboró un estudio en el que concluye que los "lombos son un riesgo para los pacientes de las ambulancias por la pérdida de tiempo que suponen (y que puede ser vital en traslados de personas infartadas, por ejemplo) como por la repercusión que tienen en los propios enfermos".

Ese informe ya fue entregado en enero pasado en la Diputación con el objetivo de que la futura ronda Este se ejecute son estos pasos sobreelevados, una petición que, en principio, no se atenderá.

Sin embargo, la asociación de técnicos de ambulancias, asociados en Asgate, que recuerda que Lafragua recibió el premio Ponle Freno y consiguió que su informe "La repercusión de los resaltos en el transporte sanitario de emergencias", fuera presentado en el Parlamento Vasco.

Este ciudadano vasco sufrió durante mucho tiempo en sus propias carnes los inconvenientes (él no duda en calificarlo de "tormento") de la instalación de pasos elevados, especialmente en las vías de acceso a los hospitales. Por ello, desde hace tiempo trata de abrir el debate sobre el problema que suponen los "lombos" para los vehículos de emergencias, especialmente los de transporte sanitario.

El trabajo realizado por Mateo Lafragua llega a conclusiones como que cada paso elevado supone un retraso de diez segundos en el transporte de un enfermo urgente, tiempo que en el caso de un infartado puede ser vital. También se detectaron consecuencias graves en personas con politraumatismos, sangrado en las zonas de punción en pacientes con diálisis, desestabilizaciones (que obligan a detener el vehículo para estabilizar de nuevo al enfermo), riesgo de caída para los profesionales sanitarios que atienden al paciente además de peor atención al mismo, desconexiones de vías en los pacientes, o de las máscaras de oxígeno, entre otras muchas.

Además, expone la existencia de métodos alternativos a los pasos elevados que ya se están utilizando con éxito en otras partes de Europa y propone la instalación de radares de tramo en los puntos más conflictivos.