Galicia, por su especial geografía costera, ha sido desde hace décadas tierra vinculada al contrabando. Pero mientras las autoridades han acabado perseguiendo los travases ilegales de tabaco y droga, otro tipo de mercancía sigue llenando los bolsillos de furtivos: el marisco.

Las cofradías de la Ría de Pontevedra se encuentran "impotentes" ante un problema histórico que se repite, "día sí, día también". Las agrupaciones marineras reconocen que en este entorno hay cerca de una quincena de furtivos "habituales", a los que se les unen puntualmente "colegas que llaman porque no tienen nada y es dinero fácil".

"Sabemos quiénes son. Muchos son vecinos de por aquí", relata Iago Tomé, patrón de la Cofradía de Raxó. "El problema es que las sanciones que se les imponen cuando los pillan son administrativas. No las pagan y nadie los manda a la cárcel, por lo que siguen sueltos y pueden volver a actuar al momento", continúa.

"Yo he visto cómo un furtivo le metía prisa a la Guardia Civil porque decía que aún quedaba mucha noche y querían bajar de nuevo a la playa", destaca César Rodríguez, patrón de la Cofradía de San Telmo, que explica que hay personas que reciben "hasta tres multas en la misma noche".

La laxitud de las leyes en este sentido está del lado de las personas que recolectan marisco de forma ilegal. Las infracciones se penan con sanciones administrativas. Multas que, en muchos casos, no son pagadas por la "insolvencia" de los sujetos. "La única solución es que esto se empiece a tramitar por la vía penal. Hay que endurecer las penas por furtivismo", anuncia César. Mientras, Iago habla de una "ley de risa" que permite "dejar impunes" a personas que "hacen mucho daño". "Es que sabemos que hay personas con hasta 100.000 euros en multas que están en la calle. Si ni por esas van a la cárcel... actúan con más tranquilidad todavía", matiza Tomé.

El patrón de Raxó explica que prácticamente todas las noches se imponen sanciones. Sin embargo, esta medida no es suficiente para frenarlos. Porque para empezar, no a todos los que acuden a la ría se les acaba dando caza a diario. "Estamos demasiado solos", lamenta Tomé.

A día de hoy, cada una de las tres cofradías aporta personal que se dedica exclusivamente a la vigilancia del furtivismo. En total, son 10 los guardias. San Telmo cuenta, desde este mes, con dos trabajadores más y alcanza los seis. Lourizán aporta tres y Raxó, uno. Un número demasiado insuficiente para cubrir kilómetros y kilómetros de costa y acabar con el contrabando de marisco, una "lacra" que no cesa.