"Fue la Pontevedra de aquel tiempo la que hizo a De la Sota", concluye el periodista y escritor Rafael López Torre a propósito de los primeros años de infancia y juventud del arquitecto en Pontevedra, protagonistas de la exposición Alejandro de la Sota 1913-1996. Construirse/ Construir con la que el Museo homenajea al autor al que se dedica este año el Día das Artes Galegas.

La muestra, cuyo comisariado corre a cargo del colaborador de FARO y del hijo del arquitecto Juan de la Sota, incluye materiales inéditos (fotografías familiares, dibujos, caricaturas, partituras?) que documentan esas primeras etapas vitales. A mayores se completa con imágenes, maquetas y muebles cedidos por la fundación que lleva el nombre del arquitecto.

Su viuda, Sara Ríus, fue ayer la espectadora de excepción en una mañana para asomarse al De la Sota "menos conocido, se han dedicado decenas de estudios a su obra pero apenas a estos temas", indica López Torre. Entre los asistentes también figuraron representantes de la cultura como el presidente de la Fundación Filgueira e hijo del polígrafo, Fernando Filgueira, profesionales vinculados a la arquitectura y la docencia etc.

El comisario fue desgranando las claves de la exposición desde el texto inicial (y su gran similitud con el Meu Pontevedra de Castelao) en el que de la Sota explica que "son galego, de Pontevedra, terra de pedra..."

La fotografía de la familia en la galería del Café Moderno, "la casa de alquiler más suntuosa de Pontevedra", permitió a los asistentes conocer a su abuela Ramona "en su tiempo la mujer más rica de Pontevedra" y, especialmente, su padre, que fue presidente de la Diputación y cuya decisiva influencia remarcó el comisario de la exposición.

Otra clave en la que se detuvo es en la gran efervescencia cultural de la entonces Atenas gallega y los amigos de infancia del arquitecto, Alfonsiño, el hijo de Castelao, y el sobrino del artista, Ventura de Dios, Turiñas.

Castelao se convirtió en el tutor artístico de los jóvenes y el comisario de la exposición apunta al trauma por la muerte de Alfonsiño como "lo único que explica" que los otros dos adolescentes dejasen ese año de estudiar.

Los dibujos más antiguos que se conservan de De la Sota, el ex libris que diseñó para el Museo y que es su actual logo o la primera vivienda que le encargaron, ya desaparecida, fueron otras de las paradas de la visita a estas primeras salas, un itinerario que concluye a finales de los años 40.

Como despedida, las imágenes de sus veraneos en Sanxenxo (fue de los privilegiados que disfrutó de la entonces virgen villa marinera en los años 30) o la dorna que encargó en Ribeira. "Presumía ante sus hijos de que se la trajo a remo hasta la ría de Pontevedra", una de las anécdotas que relató López Torre sobre esos años del De la Sota menos conocido.