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Otero Baena, al fin profeta en su tierra

Los alfombristas de Bueu dedican este año el Corpus a su faceta artística

Las cuartas jornadas culturales que organiza la Asociación Alfombras Corpus Bueu se retoman hoy con una conferencia sobre José Otero Baena. El exalcalde, fallecido en febrero de 2017, cultivó a lo largo de su vida una intensa faceta artística, que ahora se quiere reivindicar. Sus obras serán las grandes protagonistas de las alfombras que cubrirán este año la calle Eduardo Vincenti. Hoy, en el Centro Social do Mar, estarán la directora del Museo Massó, Covadonga López; la conservadora del Museo de Pontevedra, Beatriz de San Ildefonso; y su hija e historiadora Marta Otero.

El paso por la política de José Otero Baena "Pepé" fue casi un accidente, una especie de lapsus en una vida dedicada a su familia y al arte. Porque Otero Baena era artista por vocación. Llegó a recibir una beca de la Diputación de Pontevedra para ir a estudiar a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, pero las responsabilidades laborales le obligaron a regresar casi de inmediato. La reivindicación de esa faceta artística fue uno de los objetivos de su familia, aunque siempre se toparon con el mismo obstáculo: el propio Otero Baena. "Era muy humilde y tenía mucho pudor a pesar del don que tenía para la pintura. Cuando queríamos organizar algo me decía: 'Siempre estás liando'", explica su hija Marta, que trabaja en el Museo de Pontevedra.

En los círculos artísticos de Galicia Pepé Otero Baena estaba considerado el mejor espatulista del arte gallego. "Siempre buscaba el efecto de la luz y el color. Esa explosión cromática que él quería solo la lograba con la espátula y la única soberbia que se permitió, entre comillas, era que después de tantos años decía que había llegado a desarrollar una buena técnica con la espátula", cuenta Marta. Esa búsqueda del color y de luz lo acercan al impresionismo, pero es imposible encuadrar su arte en un estilo concreto. "Le encantaba pintar paisajes, sobre todo marineros porque el mar era otra de sus pasiones. Lo que no le gustaban eran los retratos porque no le permitían un trabajo tan personal como a él le gustaría", añade su hija. De hecho, una vez el dueño de una importante cadena hotelera le propuso decorar sus establecimientos con sus pinturas. Una oferta que Otero Baena declinó con su habitual amabilidad y humildad. "Le vendió dos cuadros, pero le explicó que él no pintaba por encargo y rechazó la oferta", cuenta Marta Otero. Uno de los artistas que le marcó fue Urbano Lugrís, al que conoció cuando este se encargaba de la decoración de los comedores de la fábrica de Massó. Un tema sobre el que hablará la directora del Museo Massó, Covadonga López.

Sin antecedentes familiares

Es difícil rastrear la vocación artística de José Otero Baena porque en su familia no había ningún antecedente artístico. "Él siempre decía que era algo que había nacido con él, siempre quería pintar. Cuando tuvo la oportunidad de ir becado a Madrid y luego tuvo que regresar al principio le supuso un disgusto, pero siempre le buscaba el lado positivo a las cosas. Decía: 'Si me llego a quedar en Madrid acabaría pintando como todos, no me sentiría libre para hacer lo que hago ahora'", rememora su hija.

El paso por la política supone un antes y un después en su trayectoria pictórica. Primero como concejal y luego, obligado por el Gobierno Civil, como alcalde en sustitución de José María Massó. "La época anterior a ese paso por la política fue muy activa y con exposiciones, pero los ocho años en la Alcaldía fueron su etapa más dura a nivel personal: no pintó nada durante todo ese periodo, no tenía tiempo", recuerda Marta.

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