Poio vivió ayer una jornada muy especial. Uno de sus enclaves más mágicos, el bosque de secuoyas, dio marcha atrás 25 años para volver a sus orígenes. Hace un cuarto de siglo, el municipio poiense y una parte de América se fusionaron para siempre bajo el nexo común de Cristóbal Colón y la rúbrica en forma de medio millar de semillas que hoy son árboles de varios metros de altura.

Así lo pudo comprobar la delegación americana que estos días visita Poio gracias al impulso del Partido Popular. El profesor John Harmon McElroy, artífice de la plantación del Bosque de Colón, encabeza esta expedición, que está completada por varios miembros de su familia y alguno de los estudiantes que hace 25 años fueron elegidos para viajar hasta Galicia y sellar la unión en forma de plantación colaborativa.

John Harmon McElroy era un joven profesor de Literatura que en 1968 llegó a la Universidad de Salamanca como beneficiario de una beca "Fulbright". Para preparar una edición comentada de un libro sobre Cristóbal Colón, visitó Galicia con su familia en 1969.

En aquel viaje, el profesor observó que el clima gallego presentaba similitudes con el del norte de California. Este pequeño descubrimiento le llevó a plantear, dos décadas más tarde, la idea de plantar 500 secuoyas en el sur de la Comunidad, donde se habían recibido las primeras noticias del descubrimiento y donde varias fuentes que había consultado durante sus investigaciones situaban el origen de Cristóbal Colón.

Ya a finales de 1992, una expedición de 24 escolares de 6 estados americanos, de entre 15 y 18 años, plantaron las secuoias en Poio a la vez que otros tantos jóvenes designados por el Concello y la Comunidad de Montes de San Xoán de Poio, que cedió el terreno en el que hoy se asienta el denominado Bosque de Colón.

El profesor McElroy ha declarado que el Bosque de Colón es la obra "de la que más orgulloso se siente" y ahora, 25 años después, pudo ver in situ el asentamiento de un proyecto por el que tanto luchó en su momento.

Sorprendidos por el enorme cambio que se produjo en el terreno de dos hectáreas cedido por la Comunidad de Montes de San Xoán, los americanos observaron con orgullo y nostalgia cómo una parte de California ha enraizado ya para siempre en Poio bajo el cuidado de sus habitantes, que han hecho todo lo posible por preservar el mayor tesoro natural de secuoyas en Europa.

De este modo, el veterano Harmon comprobó que todo el esfuerzo de varios años para conmemorar los 500 años del descubrimiento del nuevo mundo no fue en balde y aquella lucha en el Congreso y Senado americanos, que acabó con la posterior resolución del presidente George Bush padre, valió para algo.

Ayer, Poio y América volvieron a unirse en el punto común que entrelazó sus caminos para siempre, pese a los años y la distancia, con Cristóbal Colón como nexo y su bosque homónimo en el Monte Castrove como punto cristalización geográfica de una relación que perdurará para siempre.