"Mi padre nos gastaba una broma", recuerda Juan de la Sota, "y como todas sus bromas había que tomarla muy en serio". Les contaba que los padres nunca han sido pequeños, "quería decir que al igual que nosotros nacemos para él como hijos él nacía para nosotros como padre. Si yo nazco cuando mi padre tiene 44 años hay un Alejandro de la Sota previo, y tenía ganas de saber quién era ese que quería ocultar".

Esos primeros años, desde la infancia hasta la madurez, sin los que sería "incomprensible el resto de su obra", como recuerda su hijo, son la primera parte de la exposición, el Construírse del título "que es la más desconocida", la que nunca se ha estudiado hasta este momento porque todos los libros analizan su arquitectura "pero esos primeros 20 o 30 años pasan desapercibidos", como señala el periodista y escritor Rafael López Torre, comisario de la exposición con Teresa Couceiro, directora de la Fundación Alejandro de la Sota.

El nacimiento en el seno de una familia ilustrada y pudiente, con casas en el señorial edificio del Café Moderno y en la parroquia de Salcedo, sus amigos, aficiones ("nació con un lápiz" de dibujo, como suele recordar Rafael López Torre, pero también pudo haber sido un gran pianista o pintor), sus profesores y una Pontevedra en plena ebullición cultural aparecen profusamente documentadas.

Para ello se han reunido numerosos fondos (fotografías, dibujos, caricaturas, pinturas, publicaciones, partituras etc) procedentes del Museo, el Archivo Histórico, colecciones particulares, entre ellas la familiar, y de hemerotecas, una intensa labor de documentación en la que predominan las imágenes y que sorprenderá al espectador, incluso al familiarizado con la trayectoria del arquitecto.

Su encuentro con la música, la Guerra Civil en la que no dejó de dibujar o el ocio en Sanxenxo son algunos momentos muy poco conocidos que figuran en esta primera parte que reivindica el papel clave de Pontevedra para forjar el carácter y la visión vital de De la Sota.

La exposición también se detiene en los afectos del arquitecto, su familia pero también sus íntimos de la adolescencia, Alfonsiño Rodríguez y Ventura de Dios, Turiñas, hijo y sobrino respectivamente del artista y político Castelao, a los que posiblemente conoció el niño De la Sota en el colegio de las hermanas Poza.

Castelao sentía un gran aprecio por los chicos y se convierte en su tutor artístico. Rafael López Torre explica que Alejandro "lo esperaba a la salida de la tertulia del Moderno y lo acompañaba hasta su casa en la calle Oliva y de camino le iba comentando detalles. Posteriormente enseñó el linóleo, que ellos desarrollaron en la revista Cristal".

La muerte del hijo de Castelao sumió al artista en una profunda depresión y la tristeza muy posiblemente también hizo mella en Alejandro de la Sota y en Ventura de Dios. El comisario de la exposición llegó a la conclusión de que "los chavales dejan de estudiar, porque no hay explicación para que el curso 27.28 lo tengan en blanco, después se vna a los Maristas y estudian Bachillerato por libre, seguramente para recuperar ese año".

A mayores de Castelao, que lo instruyó en la forma de entender las caricaturas "que nunca dejó de hacer", recuerda el comisario de la expoisición, también fueron sus instructors Iglesias Vilarelle y José Jané, que "educaron su gusto musical".

La primera casa que proyectó De la Sota, una vivienda ubicada en Lourizán y que ya ha sido derribada, sus pinturas de Sanxenxo o la dorna que encargó y con la que navegaba por la ría también figuran en esa sorprendente primera parte de la muestra.

En adelante, la exposición se nutre en su totalidad de los fondos que custodia la Fundación Alejandro de la Sota y se centra en ocho de sus obras emblemáticas, especialmente el Gobierno Civil de Tarragona, la central lechera Clesa, en el madrileño distrito de Fuencarral, y el gimnasio del Colegio Maravillas, también de la capital española.

Reserva asimismo un apartado especial para dos de sus obras en Pontevedra, la Casa Domínguez de A Caeira y el Pabellón de los Deportes.

Material bibliográfico, maquetas, dibujos y muebles diseñados por el arquitecto completan esta antológica que destaca por "su gran densidad", indica el diputado provincial de Cultura, Xosé Leal, y que profundiza "en aspectos que poca gente conocía". A mayores de recorrerla con calma, los interesados podrán participar en visitas guiadas, 4 de las cuales (los próximos días 12 y 16 y el 11 y 24 de mayo) estarán encabezadas por Juan de la Sota.

Éste recuerda que "ese de la Sota mayor" riguroso, ético, de cavilada sencillez formal es en realidad aquel Alejandrito, que tuvo la suerte de poder ser arquitecto. "La arquitectura es un arte que requiere madurez y comprensión de la vida, depende de un encargo, materiales, vicisitudes que al poeta no se le van a exigir. Una de ellas es abandonar la nostalgia. Mi padre tuvo toda su vida nostalgia de Pontevedra, de su madre, su ría, pero la arquitectura obliga a renunciar a la nostalgia".