El primer catálogo micológico del bosque de secuoyas de Poio, un rareza en Europa con casi 500 árboles de esta especie oriunda de California, concluye que esta superficie forestal ubicada en monte Castrove alberga 75 especies de setas, la totalidad de ellas ya conocidas y habituales en las Rías Baixas.

El ingeniero forestal y micólogo Jaime Bernardo Blanco Dios encabezó el equipo que realizó la catalogación de un bosque que apenas está en su primera infancia. La secuoya es gigantesca en tamaño (el árbol más grande del planeta, aunque hay constancia de que eucaliptos ya extinguidos la superaron en su día en altura) y milenaria, con ejemplares que superan los 2.000 años, de modo que un bosque con 26 años como el de Poio está todavía dando sus primeros pasos.

El pico de producción de setas depende de las características de cada especie: entre 5 o 10 años en el caso de los pinos, que hasta los 20 o 25 están en apogeo para posteriormente decaer. En el caso del castaño se retrasa ligeramente, hasta los 8 años y con más seguridad hasta los 10 "pero la secuoya es milenaria", recuerda Jaime Bernardo Blanco Dios, "puede tardar décadas y décadas hasta producir algún tipo de setas. Su nombre científico, sempervirens, hace referencia a que son uno de los seres vivos más longevos del planeta, de modo que tienen tiempo de sobra para producir setas si es que no les pasa un accidente que las mate".

Una de las amenazadas más graves a los que tuvieron que enfrentarse estos árboles del Bosque de Colón fue a la oleada de incendios de 2006, cuando la colaboración de vecinos y comuneros evitó que las llamas los devorasen.

A la espera de que el espacio forestal genere su propio ecosistema (por el momento se observan particularidades como la escasa maleza, ya que producen mucha sombra e impiden el crecimiento de matorral bajo la copa de hojas perennes) las setas que se han identificado en sus más de dos hectáreas son las propias de pinares y eucaliptales próximos.

Tampoco hay muchos ejemplos con los que comparar, ya que las secuoyas que hay en Galicia o bien son ejemplares aislados "o casos como Vilarchán, un grupo de árboles llamados rodales, nada comparable a un bosque de entidad con medio millar de ejemplares", señala Jaime Bernardo Blanco Dios.

En esos bosquetes y menos aún en ejemplares aislados el micólogo ha identificado nada en especial, "ninguna seta en particular, muchas veces lo que aparecen es como aquí, especies de los alrededores, de pinares y eucaliptales como la Lepista nuda o Lactarius deliciosus (níscalo), en general vemos que van entrando especies de los alrededores, pero de un modo muy lento".

Muy pocas de las setas del catálogo del Bosque de Colón son comestibles, lo que no evita que los muchos aficionados a identificar hongos acudan de nuevo esta primavera-verano a disfrutar del singular paisaje del bosque de secuoyas.

La temporada de setas arrancará en abril y por el momento los bosques están en su momento de mayor parón. Si se mantiene la humedad, los expertos confían en una próxima buena cosecha de hongos silvestres.