La tercera edición del Festival Internacional de Ópera Ciudad de Pontevedra arrancó ayer con una de las óperas más conocidas de todos los tiempos, Aida, en la que la soprano taiwanesa afincada en Milán Iaia Tso interpretó a la princesa etíope protagonista y el tenor italiano Simone Frediani dio vida a Radamés.

En el espectáculo, coral y pensado para grandes espacios, colaboraron niños pontevedreses que hicieron de figurantes en la marcha triunfal de Aida. Se trata de una exigente ópera, muy especialmente para el tenor, que debutaba ante el público gallego con esta inmortal obra de Verdi que obliga a dar notas altísimas. Un buen ejemplo es el aria de Radamés ya que, como recuerda Leonor Gago, promotora del festival, "basta pensar que si en Tosca los tenores dan 5 o 6 si bemoles, casi do de pecho, en Aida son cerca de 30, es muy dura".

Ana Maksudova como Amneris o Iuri Maimescu como faraón de Egipto fueron otros de los artistas en este espectáculo de gran formato que convocó sobre el escenario a casi 90 personas, sumados los solistas invitados a la Orquesta y al Coro de la Ópera Nacional de Moldavia.

Ésta lleva a cabo una de las giras más importantes de las programadas en la Unión Europea, con hasta 200 representaciones de ópera y ballet, y a Pontevedra llegó con el éxito asegurado ya que los abonos se agotaron hace días, de modo que en las más recientes jornadas solo podían adquirirse entradas sueltas.

El espectáculo contó con traducción simultánea, uno e los avances que "ha ayudado mucho a popularizar la ópera en los últimos años", indican los responsables del festival.

El ciclo cultural continuará el próximo 22 de marzo con otra de las cumbres del bel canto, Norma, de Vincenzo Bellini, un espectáculo con una moderna puesta en escena no menos exigente para los intérpretes. De hecho, nada más salir al escenario la solista ha de cantar el aria Casta Diva, obra maestra que demanda una voz dramática con un perfecto dominio de la técnica.