Manuel Barreiro Cabanelas, nacido en 1867 en Covelo, recibió -si bien nunca recogió- el título de Conde Cabanelas de la Reina María Cristina. Le fue otorgado en agradecimiento a sus donaciones al ejército y otras causas. El Covelo de 1867, al igual que muchos otros pueblos del interior de la provincia, era un lugar con escasos medios, donde el hambre y el analfabetismo marcaban la vida, castigando a muchas generaciones con la emigración en sus distintas oleadas, como explican Joaquín Llorca e Iñaki Touriño.

Cabanelas emigra a Brasil con 16 años y hace fortuna. Su primer viaje de regreso a Galicia no sería hasta 1899, con 32 años. Va y viene en sucesivas ocasiones, pero se instala en Covelo durante casi 15 años para dirigir y administrar el que sería su mayor proyecto hasta que con la Guerra Civil a punto de estallar, en 1936 regresa definitivamente a Río de Janeiro, donde para entonces "ya se decía que era dueño de media ciudad". Entre toda la obra atribuible a su generosidad destaca la que quiso llevar a cabo en su pueblo, Covelo, donde para detener la diáspora otorgó a cada nuevo matrimonio que se asentase en él 6.000 reales y casa nueva además de una dote de 1.500.

Trazó un plan urbanístico y personalizó el pueblo con esculturas y relieves que aún perduran en sus fachadas, canalizó los manantiales, promovió la cantería local construyendo abrevaderos, lavaderos, molinos o graneros, creó una banda de música e inició el diseño del gran parque natural de las florestas escolares, más de 40 mil metros cuadrados para albergar en su interior la que sin duda es la obra que proyecta con más mimo: el grupo escolar, conocido como Las Colonias Escolares, según se recoge en la investigación realizada por Joaquín Llorca.

En la creación de Las Colonias no escatimó en gastos. Se trata de una obra que se alargó durante 25 años y que consta de tres edificios dotados con todo lo necesario para las diversas enseñanzas. Un colegio de ocho grados donde se impartían clases de costura, bordado o cantería y que financiaba además a los futuros maestros su carrera desde niños, explican Llorca y Touriño.

De aquellas millonarias donaciones del Conde quedan, además de las obras hechas, su diploma como benemérito de la Diputación y la estatua de Asorey a la entrada del Hospital.

El pasado año el pueblo de Covelo conmemoró el 150 aniversario de su nacimiento e inició el proyecto de recuperar su legado.