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El meollo

El lío del agua

El lío del agua

Los pliegos de condiciones de cualquier concurso de las administraciones públicas, tanto de proyecto como de obra, tienen un interés muy especial para los hipotéticos participantes. No pocas veces esos documentos esconden las claves que finalmente determinan la oferta ganadora. El proceso en cuestión recuerda mucho al dicho popular que sabiamente establece aquello de quien hace la ley, hace la trampa.

Esta introducción viene a cuento del lío morrocotudo en el que está envuelta la corporación municipal, a causa del concurso para la adjudicación del servicio del agua a Pontevedra. Nada más y nada menos que la mareante cantidad de 120 millones de euros a satisfacer en los próximos veinte años.

El gobierno municipal ha optado en este caso por una externalización y ha encargado la elaboración de ese pliego de condiciones a un equipo de su confianza, Lagares Oca. Posteriormente, esta consultora ha realizado la valoración de los estudios técnicos que presentaron las diez empresas concurrentes, primera parte del procedimiento del concurso.

Conocerse esas valoraciones y poner el grito en el cielo fue todo uno por parte de la oposición municipal. PP, PSOE, Marea y Ciudadanos, han cuestionado esas puntuaciones iniciales por entender que favorecían abiertamente a Aquagest-Viaqua. Ante esa queja conjunta, Raimundo González como responsable del proceso, ha respondido con un frenazo en seco en la tramitación del concurso, seguida de una revisión de esas puntuaciones y los criterios aplicados, a fin de evitar males mayores.

La actual concesionaria mantiene una excelente relación con el equipo de gobierno del Ayuntamiento y, en consecuencia, su nombre encabeza todas las quinielas para hacerse con la adjudicación final. De ese buen entendimiento emana una sospecha de favoritismo por parte de la oposición municipal, que solo podrá eliminarse por completo con una mejor propuesta técnica y económica que sus legítimas competidoras encima de la mesa.

El meollo de la cuestión está en adivinar si este concurso acabará o no ante los tribunales de justicia, y vislumbrar si alguna de las otras nueve firmas contrincantes tiene alguna posibilidad real y efectiva de llevarse el gato al agua, nunca mejor dicho, a costa de Aquagest-Viaqua, la virtual ganadora.

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