"Es un mentiroso compulsivo". Así de tajante se ha mostrado esta misma mañana Mari Carmen Iglesias, una vez que ha trascendido que la Policía Judicial está buscando el cuerpo de Sonia Iglesias en una propiedad de la familia de su pareja y padre de su hijo.

"Nunca se hubiera ido de su casa, nunca hubiera dejado a su hijo, ni su trabajo ni su familia". Mari Carmen Iglesias repetía una vez hoy en los micrófonos de Espejo Público estas palabras. Lleva 7 años haciéndolo, desde aquel 18 de agosto de 2010 en el que se perdió la pista de su hermana. Ella ha sido la cara y la voz de una familia rota que nunca ha flaqueado a la hora de reclamar la resolución del caso.

Mari Carmen confesaba también su sorpresa ante la noticia de este martes. La familia siempre señaló a Julio Araújo, pareja de su hermana y padre de su hijo (hoy ya con 15 años), como único sospechoso de la desaparición. De hecho él llegó a estar imputado, pero la causa finalmente se archivó.

En aquel agosto de 2010, la pareja ya estaba rota. El entorno apuntó entonces que ella quiso esperar para no empañar la comunión de su hijo, que contaba entonces 8 años.

La última pista de Sonia

Sonia Iglesias tenía 38 años cuando desapareció el 18 de agosto de 2010. La juez que instruía la causa explicó en su momento que "practicadas las diligencias que se estimaron pertinentes para el esclarecimiento de los hechos denunciados" se derivó de las mismas la existencia de "datos que permitían sospechar de la participación de Julio José Iglesias Araújo en los hechos investigados", por lo que el compañero sentimental de Sonia Iglesias fue llamado a declarar como imputado. Sin embargo, el auto matizó que "dichos datos no constituyen indicios sólidos para acordar la continuación del procedimiento contra el mismo, por lo que se estima procedente decretar el sobreseimiento provisional de las actuaciones" y su archivo.

Julio Araújo relató entonces que la que fuera su pareja durante casi 17 años, que ambos salieron de su domicilio en el Campo da Torre y caminaron juntos por Beiramar hasta la calle Galera, en donde se despidieron. Ella habría enfilado por la calle Arzobispo Malvar hacia el centro.

Por su parte una conocida declaró que la había visto poco antes de las once de la mañana del miércoles en la calle Oliva, apurada y sonriente. Aquí se perdería el rastro. Qué pasó a partir de este momento está por descubrir, quizá hoy más cerca.