Los mariscadores de la ría de Pontevedra pueden mirar con satisfacción al año que acaba de terminar ya que la toxina apenas ha tenido incidencia en todos sus parques de trabajo en todo 2017. Con apenas 22 días de cierre (todos ellos en la zona V, la situada más al fondo de la ría), es la mayor tregua que se registra en la zona en toda la década. En 2016 se llegaron a registrar 111 jornadas de clausura en la zona V, 97 en la IV y 17 en la III, y hay que remontarse a 2010 para encontrar unos datos similares a los de 2017, con un total de 29 días de cierre en total.

En concreto, los bancos de la zona V están abiertos desde el 25 de mayo de 2017, hace casi ocho meses. Por su parte la zona IV, ubicada entre Lourido y A Seca, no registra episodio tóxico alguno desde hace más de un año, ya que está abierta desde el 17 de noviembre de 2016. Por su parte, la zona III, la más exterior de las que corresponden a las cofradías de Pontevedra y Poio no sufre cierre alguno desde julio de 2016.

Esta ausencia total de biotoxinas ya permitía adelantar en noviembre pasado que 2017 era un año "muy positivo". "La verdad es que no podemos tener queja", reconocía entonces el patrón mayor de la Cofradía de Raxó, Iago Tomé, que explicaba que "a nivel de trabajo, es uno de los mejores años que se recuerda". "Es verdad que económicamente los hubo mejores, pero este es muy bueno. Ahora la almeja fina está en declive y eso penaliza", especifica. Sin embargo, también señala que el hecho de que el producto haya "mantenido el precio" es uno de los factores que inciden a hablar de un año tan provechoso.

Sin explicación

Sobre las explicación que tiene la ausencia total de las biotoxinas durante tantos meses, Tomé no sabe cómo responder: "Yo no soy científico, pero cuando le preguntas a los biólogos tampoco tienen una respuesta concreta. Ellos nos dicen que es un año atípico y que hay que entenderlo como tal".

La falta de biotoxinas trastocó todas las previsiones de las tres cofradías. Las agrupaciones tienen 136 días al año para recoger marisco en la ría. Pero la ausencia de parones ha hecho que las jornadas para recoger ya se agotaran antes de concluir el año.

La presidenta de las mariscadoras a pie en la Cofradía de San Telmo, Ángela García, una de las encargadas de la planificación, reconoce que la falta de toxina "pilló a todos por sorpresa".

Por ello, el sector tuvo que dejar de mariscar durante varias jornadas para reservar 14 días para la campaña de Navidad, cuando se aumentó la cota de recolección ante la mayor demanda.

"El año está siendo muy bueno, salvo noviembre. Tuvimos que parar por obligación. Pudimos ir ocho días a las nuevas zonas de Placeres, pero no fue suficiente", destacaba en noviembre pasado García.

Bateas

Los episodios tóxicos y de marea roja han sido más abundantes para el sector mejillonero, con tres polígonos de bateas ante las costas de Poio, denominados Portonovo A, B y C. El primero de ellos estuvo 102 días cerrado, por 158 el segundo y 192 el tercero en todo 2017. Pese a esas cifras, mucho más altas que las registradas para el sector marisquero, el balance global es mucho más positivo que en ejercicios anteriores. En 2016 las jornadas de clausura en las bateas oscilaron entre los 169 y los 240 días, muy similares a las de los tres ejercicios anteriores, de 2013 a 2015.

Entre los años 2009 y 2012 las jornadas de clausura son algo más reducidas que en 2017, si bien con un balance parecido, por lo que hay que remontarse a 2008, justo hace una década para encontrar unos resultados mejores que los del pasado año. Entonces, el polígono Portonovo A estuvo cerrado solo 40 días en todo el ejercicio, el B apenas 69 y el C llegó a 75.

La totalidad de las bateas frente a Poio están abiertas desde noviembre pasado.