El año 2017 pasará a los anales de la actividad marisquera de la ría no solo por los buenos datos de facturación y por la escasa incidencia de la toxina, sino por la eliminación de la catalogación como zona C en los bancos de la parte interna, en especial los de Placeres. En agosto pasado la Consellería do Mar anunció su reapertura al marisqueo casi 20 años al constatar "una mejora en la clasificación microbiológica de las aguas de la zona".

Se trata del área comprendida entre Punta Praceres y el muelle de Lourido, que lleva catalogada como zona C --cerrada al marisqueo-- desde 1998. La decisión del Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño (Intecmar) supuso su paso a zona B, una vieja demanda del sector ya que eso significaba que el producto puede comercializarse tras pasar por una instalación depuradora.

Tras casi dos décadas sin actividad, debido a la contaminación, las mariscadoras tuvieron que realizar tareas de limpieza y adecuación de los bancos para comenzar su explotación. Atrás quedaban experimentos que no fraguaron, como la batea de depuración que se utilizó brevemente en Aldán.

Las zonas de producción de moluscos bivalvos y otros organismos marinos se clasifican como A, B o C en función de su mejor o peor situación microbiológica. En el caso de la zona A, los productos pueden acceder directamente al mercado. En el caso de la B, es necesario la depuración, como ocurrirá ahora en el área comprendida entre Punta Praceres y el muelle de Lourido. Por último, en la zona C solo pueden ir al mercado en caso de que vayan para conserva o tras una reinstalación para un proceso de depuración natural.

También estuvo marcado el pasado año por el plan de saneamiento de la ría, con algunas obras ya ejecutadas, pero aún sin abordarse grandes proyectos como la ampliación de la depuradora o un segundo emisario submarino. Tampoco se llegó a ejecutar, y todo apunta a que quedará en el olvido, el proyecto de dragado del fondo de la ría, un plan de más de tres millones de euros estancado desde hace meses por el rechazo de algunas cofradías a depositar cerca de la Illa de Tambo parte de los lodos retirados.