Una de las naves de Stoneight, la empresa de cerámicas ubicada en Vilalonga, permanecía ayer cerrada al trabajo habitual mientras se iniciaban las reparaciones para solventar los desperfectos causados por el tornado.

La tromba marina que se desplazó por tierra durante varios kilómetros se adentró en la nave a través de varias rendijas del portal. Así lo explicaba uno de los trabajadores que en ese momento se encontraba en la nave: "Yo estaba en una pasarela y de repente vi volar los papeles. Me pareció raro, pero cuando las puertas de una máquina empezaron a batirse con fuerza, vi que algo pasaba. Tanto yo como mis compañeros echamos a correr y nos resguardamos donde pudimos".

Él se escondió en un recoveco, mientras el resto se metió debajo de las mesas. "Se formó un aire tremendo. Yo trabajé en el mar y no había visto nada igual en mi vida. Y entonces, empezó a reventar el techo. La uralita comenzó a caer. Por suerte, no nos dio a ninguno porque pudo haber una desgracia", explicó.

Ayer, la empresa hacía balance: varias máquinas sufrieron daños, muchas planchas de uralita cayeron contra el suelo e incluso varios objetos de la exposición quedaron hechos añicos, pese a su peso y a estar anclados al suelo.