José Lorenzo Hermida se considera un afortunado después de los incendios del pasado fin de semana en Ponte Caldelas. El vecino de Parada sufrió daños en sus propiedades, pero, como él dice, "nada comparado con las casas que les ardieron a otras personas".

En su caso, el fuego afectó gravemente a un hórreo de un terreno que tiene enfrente a su vivienda. Se trata de una construcción de los años 30. Junto a él se quemaron aparejos antiguos de labranza, como un arado histórico.

Además, las abejas que tenían en dos panales desaparecieron. No sabe muy bien si perdieron la vida por el humo o si huyeron de él. "Es una pena, porque ya estábamos intentando salvarlas de la avispa velutina, que entraba todos los días. Y ahora esto...", se lamenta el vecino de Ponte Caldelas, que incluso les puso trampas. "Pero ni así se van", dice.

En Parada y en Tourón se tocó las campanas de la iglesia como es tradicional para advertir a los vecinos de la presencia del fuego.

"Cuando nos dimos cuenta, ya estaba ardiendo todo; nuestra prioridad era salvar la casa. Nuestros dos hijos estaban en Pontevedra en ese momento y ya les dijimos que no vinieran, que había fuego en la carretera. Cuando la gente planta fuego no sabe el mal que hace", asevera el hombre.