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"No estaban desatendidas porque los vecinos les ayudábamos mucho"

Pili González (izda.) hablaba ayer con Elvira Rey (dcha). // G. Santos

La situación en el convento de Santa Clara era muy difícil debido a la evada edad de las dos hermanas que vivían en él y a la que, en los últimos tiempos acompañaba una tercera. Sin embargo, era numerosos los vecinos que intentaban ayudar a esta pequeña comunidad en lo que estaba en sus manos, como hacerles los recados en el exterior, ya que se trata de monjas de clausura.

Pili González y Elvira Rey eran algunas de ellas. Ayer paseaban ante el edificio conventual visiblemente apenadas y lamentando la forma en la que las monjas habían tenido que abandonar el convento, "porque nos hubiera gustado poder despedirnos de ellas con algún acto".

"Ellas no estaban desatendidas porque los vecinos les ayudábamos mucho. Yo le iba a hacer los recados y mi marido también. A veces les limpiábamos la finca, y otro matrimonio también colaboraba. Después estaba Moncho, otro señor, que les ayudaba con el mantenimiento", asegura Pili González, vecina del barrio.

Además, contaban con un médico, "don Julio", que las atendía y que todos los domingos venía a misa y les hacía una visita.

Lo que molesta a estos vecinos, que comprenden el traslado de las dos hermanas mayores, han sido las formas con las que se ha cerrado el convento, sin poderse despedir de los creyentes habituales. "Se podría haber hecho una misa solemne de despedida con todos los sacerdotes de Pontevedra, los franciscanos, que eran los que venían a dar la misa a las ocho de la mañana, y el vicario", propone Pili González.

"Si hubiéramos sabido que esto iba a ser así, hubiéramos convocado una manifestación", asegura, por su parte, Elvira Rey.

Numerosos vecinos de la zona se reunieron ayer durante todo el día ante las puertas del convento para comentar lo sucedido.

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