Incertidumbre total respecto al futuro del convento de Santa Clara, que el pasado lunes, sin previo aviso, echaba el cierre después de que las tres hermanas que vivían en él fuesen trasladadas. Todo hace pensar que pasará mucho tiempo antes de que se sepa cuál será el uso del inmueble y sus terrenos, que ocupan más de 13.000 metros cuadrados en pleno centro de Pontevedra desde el siglo XIV. Las posibilidades que cobran más fuerza, desde el punto de vista religioso, son o bien que las clarisas envíen a otras hermanas, de edades más jóvenes, a hacerse cargo de él o bien que otras comunidades diferentes de monjas se establezcan aquí. Cualquiera de las dos opciones requieren un gran esfuerzo debido a las dificultades por las que actualmente pasa la Iglesia Católica, con una marcada crisis vocacional.

"¿Sorpresa? No, realmente para nosotros no ha sido una sorpresa. Era algo que se veía venir y que estaba pactado desde hace un año y medio", explicaba ayer Calixto Cobo, vicario episcopal en Pontevedra.

Cobo recuerda que a principios de año ya había fracasado el intento por parte de las clarisas de aumentar el número de hermanas en Pontevedra, por lo que actualmente solo vivían tres en clausura, dos de ellas octogenarias. Se trata de la hermana Sagrario, la superiora, y la hermana Purificación. En los últimos tiempos las acompañaba la hermana Manuela, de mediana edad y llegada desde el convento de Santiago de Compostela, al que todas pertenecían, bajo la coordinación de su abadesa.

Desde la Vicaría de Pontevedra se recuerda que las comunidades religiosas pueden tomar sus propias decisiones sin necesidad de seguir órdenes ni siquiera de Santiago, puesto que forman sus propias familias.

En este punto coincide con fuentes del Arzobispado de Santiago consultadas ayer . "Realmente, la comunidad de clarisas con quien tiene un mayor hermanamiento es con los hermanos franciscanos de Santiago. Se gobiernan ellos mismos, no dependen del arzobispado", aseguran. "La decisión es coherente, porque era inviable tener a dos personas octogenarias solas viviendo en un convento", añaden.

La noticia ha provocado, además de mucha sorpresa, profunda tristeza entre aquellos más ligados al mundo religioso de alguna u otra manera, ya que las hermanas del convento eran muy queridas en el barrio de Santa Clara y sus alrededores.

"Da mucha pena y mucha tristeza, sobre todo porque esto puede estar en stand-by un tiempo, meses, un año... Espero que la Federación de Clarisas de España busque a monjas dispuestas a venir a Pontevedra y establecerse aquí", desea Calixto Cobo.

Ahora el futuro religioso de Santa Clara quedaría a expensas de que se vuelvan a instalar nuevas clarisas en su edificio o a que estas cedan el convento a otras comunidades religiosas de vida activa y volcadas con la caridad. "Como ya ocurrió en Ávila, donde se establecieron las Cruzadas de Santa María", informa el vicario pontevedrés.

Según el padre Gonzalo, franciscano de Pontevedra, comunidad con la que las clarisas están hermanadas, se trata de la primera vez que la Federación de la Provincia de Santiago, formada por 37 monasterios ubicados en diferentes puntos de Galicia y España, se ve obligada a cerrar un convento de las clarisas.

Subvenciones

Las monjas, que ahora dependían de la abadesa de Santiago, habían pedido ayudas puntuales para el mantenimiento del convento, que está catalogado por Patrimonio como bien cultural.

De hecho, todo el patrimonio que se encuentra en su interior, así como su propio exterior, está catalogado en un inventario encargado por la Consellería de Cultura. Se trata de un trabajo realizado por el Museo de Pontevedra a través de un convenio con la Xunta sobre bienes muebles e inmuebles de la Iglesia Católica en Galicia.

"El valor del convento, desde el punto de vista arquitectónico, hace que sea uno de los grandes edificios históricos de Pontevedra. Desde el mobiliario, tiene un tímpano gótico importantísimo, tanto a nivel local como a nivel gallego", recuerda Carlos Valle, director del Museo de Pontevedra.