"De expectativas a realidades". Es el título que resume con eficacia la situación actual del fenómeno de la adopción en Galicia y que será analizado durante el fin de semana por familias y otros agentes implicados en un congreso organizado por la asociación Manaia. "Las expectativas siembre son esperanzadoras, pero la realidad es que el número de niños adoptables es muy pequeño y el tiempo de espera" puede llegar a ser de diez años, según explicó ayer Antón Mouriz, presidente de esta asociación gallega de ayuda a la adopción.

Esa realidad de la que habla Mouriz, junto con otras causas, puede estar en el origen del desplome de las peticiones de adopción registrado en los últimos años en la provincia de Pontevedra. Según el portal galego de adopcións, el pasado año se formularon en ese ámbito apenas 39 solicitudes nacionales y 20 internacionales. Son 59 casos en total, un 80% menos de los más de 315 que se registraron, por ejemplo, en 2006, hace una década.

Desde entonces, la estadística no ha hecho más que bajar. Así, en 2010 eran 224 las peticiones, que cayeron a 117 en 2013 y a apenas 66 en 2015. El descenso es general tanto en los intentos nacionales como internacionales, pero es mucho más acusado en este último apartado, ya que hubo años en los que se llegaron a formular hasta 260 peticiones en el extranjero, que ahora se quedan en veinte.

Aún así, la provincia acapara más de un tercio de todos los expedientes con origen en Galicia. Entre 2000 y 2016 hubo más de 9.000 solicitudes en la comunidad gallega, de los que 3.299 correspondieron a Pontevedra y otros 3.882 a la provincia de A Coruña.

En cuanto a los casos que llegaron a la "propuesta de adopción" o "preasignación de menores", las estadísticas del mismo portal señalan que en 2016 hubo doce propuestas de adopción nacional y apenas seis preasignaciones internacionales en la provincia, de un total de 48 en toda Galicia.

De ese medio centenar, trece procedían de Vietnam, doce de Hungría y diez de China. La relación del pasado año se completó con Etiopía (4), Colombia (3), y un caso en cada uno de los siguientes países: Bulgaria, Burkina Faso, Burundi, Filipinas, India y Rusia. Históricamente (desde 2000 hasta ahora), el país con más preasignaciones de menores comunicadas a la Xunta es Etiopía, por delante de China, Colombia, Rusia y Senegal. Los cinco suman el 80% del total.

Como explica Antón Mouriz, el camino que se le plantea a cada familia aspirante es, cuando menos, muy largo. Si para adoptar a un niño chino se habla de diez años de espera, para recibir a un bebé en Galicia al que renuncian sus madres en el hospital, esa demora es de unos siete años. "El problema es que es muy difícil declarar a un niño adoptable", si bien la asociación recuerda que hay una elevada población infantil (entre 10 y 12 años) en centros de acogida o similar, no con su familia o con otra que pueda optar por la adopción.

Los plazos se acortan si se trata de niños con necesidades especiales, pero parecen prolongarse hasta el infinito en general. El propio Antón Mouriz explicó ayer que él mismo realizó hace once años una adopción en China. "Entonces la media de espera era de seis meses y yo tardé trece". Ahora esa espera se multiplica por diez.