- ¿Inspira Pontevedra a un pintor?

- A mí sí. Porque soy de aquí. Yo estudié un año en Santiago, luego me fui a Madrid, pero tras la muerte de Franco ya volví. Está claro que en mi trabajo hay mucho de Pontevedra.

- Gracias a su arte ha visto mucho mundo, sin embargo siempre ha vuelto.

- En un momento de mi vida pensaba irme a Nueva York, pero surgió un proyecto para una revista infantil. En Vagalume me encargaba del diseño gráfico. Esto en el año 75 me motivó a volver. Luego la vida te va ubicando.

- ¿Era un buen sitio para trabajar?

- La verdad es que el ambiete de Pontevedra era bastante rancio. "Cheiraba a celulosa, y de aquela aínda máis". De todos modos, había muerto Franco y los proyectos eran ilusionantes. Desde entonces el taller está en mi casa.

- Pero todo esto cambió...

- Y menos mal. Por supuesto que cambió. Ya desde los años 80 todo fue cambiando para mejor, y en los 90 se fue consolidando la apertura. Ahora es una ciudad amable.

- ¿Recomienda a Pontevedra como un lugar para vivir?

- Bueno para vivir está muy bien. Lo que pasa es que eso depende de si tienes trabajo. Creo que es necesario generar más empleo, con industrias sostenibles que creen puestos de trabajo de calidad. Luego, es una ciudad pequeña, accesible, en la que llegas a todos los sitios andando, es muy cómoda.

- ¿Y la recomienda para visitarla?

- Por supuesto. Es un enclave ideal en una buena zona de Galicia. Está rodeada de playas fantásticas. Además, dar un paseo por la ciudad deja encantado a todos. La gente conocida siempre me dice que se va encantada. Estas calles son ideales para salir a tomar algo. Yo soy un "habitual" de la zona monumental.

- ¿No cree que hay demasiadas terrazas?

- No. Quizás deberíamos cuidar que esto no se convierta en un parque temático del vino y las tapas. El objetivo es seguir llenando las calles de vida.