El incremento de la presencia de la avispa velutina está trayendo de cabeza al servicio de Protección Civil de Poio. A partir del acuerdo firmado por el Concello con la Consellería de Medio Rural, la agrupación se encuentra desde hace cinco meses con la obligación de acudir a los avisos del 012, al ser el cuerpo encargado de retirar los nidos en el municipio.

Desde el 27 de marzo, cuando se puso en marcha el acuerdo de colaboración, Protección Civil ha recibido 150 demandas de actuación, ha completado la retirada de 90 nidos y todavía le quedan 20 por retirar a día de hoy., uno de ellos el de la playa de Chancelas. "No damos abasto", reconoce el vicepresidente de la agrupación y principal encargado de la gestión de la velutina, Manuel Torres.

Torres explica que antes de la firma del convenio, Protección Civil tan solo ayudaba en casos concretos a una empresa especializada, que era la encargada de tratar y retirar la colmena.

Sin embargo, con el acuerdo de colaboración con la Xunta, ahora esta empresa tan solo procede a actuar cuando el nivel de complejidad de la situación (por altura, por abundancia o por cercanía a lugares masificados, por ejemplo).

Todo esto hace que Protección Civil se tenga que encargar de una labor que resta mucho tiempo y para la que apenas están preparados ni humana ni técnicamente. "Nos está quemando. Está afectando al germen de la agrupación", destaca Manuel Vicente, el presidente, que recuerda que el cuerpo está formado por voluntarios que tienen que acudir a realizar estas operaciones muchas veces a "horas intempestivas".

En concreto, el dirigente de este grupo de 28 personas asegura que el Concello "tiene que tomar una decisión", porque el problema "va a ir a más". "Por ejemplo, en redes sociales ya nos cae el muerto muchas veces", expone como ejemplo de una situación que ellos consideran insostenible.

En muros o barcos

Mientras, Manuel Torres asegura que Protección Civil no maneja mucha información al respecto sobre la avispa velutina. "La mayoría es gracias a documentales que ves o artículos que lees", admite. Lo que ya ven como una evidencia es que no anidan solo en lugares elevados como se pensaba, sino que también lo hacen en otros espacios muy diferentes: "Este año hemos tenido que intervenir en nidos instalados en muros de bloques de hormigón, enterrados en la tierra e incluso asentados en un barco mejillonero".