Laura Currás afronta su primer Armadiña Rock como presidenta de la asociación organizadora del festival. La máxima dirigente de la agrupación alaba el trabajo diario del equipo y recalca el crecimiento y la importancia del festival.
-Comenzó el Armadiña Rock, que parece ya un festival muy asentado. ¿Es esta su edición más ambiciosa?
-Sí, está claro que es la edición más ambiciosa. Poco a poco vamos aumentando el número de bandas y la repercusión de las mismas. Ayer hubo muy buena respuesta con Heredeiros da Crus y esperamos que con Talco también se pueda llenar la Praza da Chousa.
-Organizar un festival de esta magnitud no debe de ser tarea fácil. ¿Cuánto tiempo llevan trabajando en él?
-Diría que todo el año, pero mentiría. Es más. De hecho, por ejemplo, todavía no terminó este festival y nosotros ya estamos pensando y trabajando en el del año que viene. Somos cerca de 40 personas en la organización porque el trabajo que lleva es inmenso.
-Y juegan con el hándicap de que es gratuito. ¿Cuánto esfuerzo a mayores supone eso?
-Es la complicación más grande para poder mejorar un poquito cada año. Hay que moverse muchísimo y hacer muchísima calle pidiendo colaboración vecinal de establecimientos. No es solo Poio, sino también trabajar en Sanxenxo o Pontevedra. Toda ayuda es poca, porque al margen del Concello, Diputación y Xunta, el único medio de financiación es la empresa privada. Este año ha sido muy importante contar con un patrocinador como Estrella Galicia.
-¿Ese trabajo de calle se basa en ir puerta a puerta ofreciendo un copatrocinio?
-Correcto. Nosotros hacemos un libro publicitario donde cada empresa en función de la aportación tiene un espacio. Es una forma de financiarnos nosotros y de publicitarse los establecimientos.
-¿Qué presupuesto logran con todo ese trabajo?
-Este año el presupuesto ronda los 70.000 euros.
-El festival comenzó con muchísimas críticas y poco a poco se fue asentando. ¿Nota ya que la gente de Combarro lo interioriza como algo propio o todavía hay cierto recelo?
-A ver, se mejoró mucho. Combarro es un pueblo pequeño que no estaba acostumbrado a un festival que consiguiese esas dimensiones. Nosotros, la propia organización, fuimos los primeros sorprendidos el año pasado. Este año algún vecino ya vino a hablar con nosotros e incluso nos pidió un vallado para poner delante de su puerta y se lo dimos sin problema. También evitamos las pruebas de sonido en horarios tempranos y utilizamos un sistema que intercomunica exclusivamente a los músicos con los técnicos. Buscamos que se moleste lo menos posible. Luego por la noche, para gustos colores. La Festa do Mar ofrece todo tipo de música y estos días toca rock. Yo entiendo que no guste a todo el mundo, pero si hacemos un esfuerzo un par de días, esto es positivo para todos.
-Entienden que el festival, al final, repercute muchísimo en la economía local.
-Por supuesto. La asociación al final es la última beneficiada. El dinero se queda en los bares, en los supermercados... Ganamos todos. Gana la música con el Armadiña Rock y gana el comercio de Combarro.
-¿Qué se puede hacer para integrar el festival mejor en Combarro? Hay poco aparcamiento y el parking no está precisamente cerca.
-El aparcamiento en Combarro es complicado todo el verano, con o sin Armadiña Rock. Entiendo que el futuro pasa por acondicionar terrenos más cercanos. El camping al final son 15 minutos. Hay zonas de acampada en otros festivales que están mucho más lejos.
-¿Dónde está el techo del Armadiña? ¿Puede seguir creciendo?
-Yo espero que pueda seguir creciendo. El año que viene es nuestro décimo aniversario y queremos celebrarlo por todo lo alto. Con patrocinios como Estrella Galicia, es posible.
