Si los veteranos que acudían a la plaza aprovecharon para reunirse con sus respectivas peñas en los almuerzos organizados en el centro histórico, los más jóvenes de la casa eligieron también este escenario pero para disfrutar de la tercera "noche de peñas".

Ésta volvió a llenar a primer a hora de la tarde la plaza de Curros Enríquez de pandillas de adolescentes que iniciaban el botellón, una gran fiesta que horas después se fue trasladando a otros escenarios de la ciudad, a la cabeza la avenida de Santa María.

Tocadas con guirnaldas o coronas de flores, las jóvenes incorporaron en esta edición un práctico complemento: fundas de plástico en las que proteger los móviles de los ataques con pistolas de agua.

A mayores repitieron el uniforme clásico de estas celebraciones y no faltaron cientos de camisetas de las distintas peñas, pantalones cortos y sombreros, indumentaria con la que prolongaron la fiesta hasta bien entrada la madrugada.