La Virgen Peregrina cambia de aspecto varias veces al año y al tratarse de una imagen "de vestir" es el traje quien la define. Cuidar de este sello personal es un trabajo minucioso que desarrolla con mimo Maruchi Marescot desde hace casi medio siglo.

"Son 49 años exactamente, aunque antes también la vestía pero de modo no oficial", explica la Camarera, invitada de excepción ayer en la apertura de la exposición "Virgen Peregrina. Ornamentos y vestimenta".

Ella se encarga de combinar las diferentes capas "azul, blanca y negro de azabache", relata de memoria, al igual que se conoce al dedillo todos los trajes y su procedencia. ¿Su favorito? "El salmón", explica, formado por vestido, sombrero, esclavina, cíngulo y cartera y también complejo el ajuar del niño. Lo realizaron con bordados en oro las franciscanas de Tortoreos, en As Neves, y la Camarera le reconoce un afecto especial "porque lo donó mi padre", Patricio Marescot Iglesias, en el año 1951.

Es uno de los 15 trajes completos que figuran en la exposición. Ésta resume el trabajo del fotógrafo Carlos Montero durante los últimos diez años para documentar el vestidor de la Virgen Peregrina.

"Empecé en agosto de 2017 y la última sesión fue el pasado mes de julio", explica el fotógrafo, que para retratar a la Virgen se sitúa a unos tres metros sobre el suelo pero no a la misma altura que la imagen. "Hay que ponerse ligeramente por debajo porque la imagen fue realizada para verse así", explica Carlos Montero.

Éste indicó en la apertura de la muestra que "a mayores de los trajes completos la Camarera, como es muy habilidosa y perfeccionista, combina diferentes capas para lograr otras indumentarias. Y también influye mucho en la imagen final la peluca".

Al igual que Patricio Marescot, numerosos fieles han contribuido con sus donaciones o su trabajo al rico ajuar, inspirado en la moda estilo Luis XV.

El traje más antiguo es del año 1800 y ha sido restaurado en dos ocasiones, por las monjas oblatas de Santiago y por Natividad Fontán.

También está el traje verde (formado por vestido, sombrero, esclavina, cínculo y cartera con manto blanco) que cuenta con bordados en oro y que fue donado en 1948 por el torero Julián Marín.

No es el único obsequio de un matador a la Virgen Peregrina. Así, en 1975 las monjas del convento de Santa Clara de Santiago confeccionaron un traje que fue sufragado por la Cofradía de la Peregrina y cuyos bordados en oro donó el espada Ángel Teurel.

En los últimos años otro donante, Ricardo Crespo Barreiro, ha contribuido a incrementar el vestidor de la patrona con otros trajes en verde y fucsia con los que se ha renovado sensiblemente el ajuar.

A mayores de los 15 trajes uno es repetido para que pueda contemplarse el manto azul y dorado que la patrona reestrenó el pasado año. Se trata de una capa bordada por las monjas clarisas hace 150 años y que la patrona volvió a lucir tras su restauración, ya que el deterioro de la prenda evitó que desfilase durante medio siglo.

Hasta ese momento la Virgen procesionaba con el manto dorado y blanco donado por Ángel Teruel "Esa era siempre su indumentaria habitual y por primera vez en 2016 se cambió para que pudiese estrenar la capa azul tras su restauración, ese manto lo lució una única vez y solo se lo volvieron a poner para la foto que está en la exposición", señala Carlos Montero.

Ese manto con siglo y medio de antigüedad será el que luzca la Virgen el próximo sábado durante la ofrenda floral.

En la exposición, que ha sido organizada por la Cofradía de la Virgen Peregrina y que podrá visitarse hasta el próximo día 19, figuran además de los vestidos y mantos las imágenes de 7 sombreros (tiene al menos 16) y esclavinas, todos ellos realizados por devotas que confeccionaron las prendas o realizaron los bordados.