Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Volante, drogas y alcohol...

Las autoescuelas pontevedresas reciben clases sobre los efectos al volante de estas sustancias

Patricia González, responsable de prevención de Condutas Adictivas del Concello. // R. V.

En la parte de atrás de su descapotable, conducido por un chófer grueso con corbata y sombrero, Stevie Wonder agitaba la cabeza cantando "no conduzcas borracho" y después repetía en su precario español aquel "si bebes, no conduzcas". Era 1986 y mientras la droga inundaba las Rías Baixas, la Dirección General de Tráfico lanzaba su primera campaña contra el alcohol al volante. Algo ha cambiado desde entonces, pues hoy son autoescuelas locales y Concello quienes conciencian a los jóvenes con su Plan para Conductas Adictivas.

"Esta es la generación más informada de la historia. Saben los peligros de conducir bajo los efectos del alcohol y de otras drogas, saben de los peligros de mantener sexo sin preservativo... y aún así hay accidentes por alcohol" y se transmiten enfermedades sexuales, porque una cosa es estar "informado y otra formado", explica Patricia González, responsable de impartir las clases de este programa municipal.

El plan "Cambio de sentido" desfilará por siete autoescuelas pontevedresas, como lleva haciendo desde hace 16 años, para impartir talleres sobre los tipos de drogas y sus efectos, el grado alcohólico, los límites legales al volante, los mitos... El objetivo es la promoción de actitudes responsables en carretera, además de incrementar la percepción del riesgo derivado de conducir bajo los efectos de estas sustancias.

El turno lo abrió la Autoescuela Cancela. En la clase de Patricia, un grupo de futuros conductores matriculados en la escuela se lanzan entre sí un dado del tamaño de una mandarina. Bajo la frente, la pantalla de unas gafas similares a unas de buceo les dificulta la visión. Son unas gafas especiales que simulan los efectos del alcohol, para que puedan ver "cómo se pierden reflejos" al beber, señala Patricia. Con los ojos saltones y a la vez deprimidos por el logrado efecto de las lentes, el dado baila entre sus manos, salta y con frecuencia cae al suelo.

Es la primera vez que realizan una práctica así. Lo más habitual es que les sienten en sus pupitres y les expliquen los aspectos teóricos. "En el instituto, mi ma...", dice Fernando, uno de los chicos, para señalar que ya les han hablado muchas veces sobre los efectos del alcohol.

Los chicos dejan traslucir cierto hastío, como si pretendieran confirmar una capa de dureza, pero sin embargo consideran que están más concienciados sobre el tema que la generación de sus padres y resaltan que es necesario trabajar aún más en este sentido. "Sí, nosotros le damos importancia a todo esto; pero no como se debería. Es un problema mayor de lo que se piensa", señala Pablo rompiendo el silencio de la clase. Y los datos le apoyan: uno de cada cuatro muertos en accidentes de tráfico son menores de 25 años, a menudo con el alcohol o la cocaína de por medio porque el 43% de los que mueren en las carreteras españolas da positivo, informa Patricia.

Todos tienen a alguien en su entorno a quien han pillado en un control y lo que ocurre siempre es que "se le echa la culpa a Tráfico", dice una de las voces de la clase.

"Ser adolescente hoy en día es muy difícil, más aún que antes" con todo lo que hay alrededor, en una sociedad que bebe y en la que, a veces, las familias ayudan poco a entender los riesgos que se corren cuando se conduce, asegura Patricia.

El problema no se circunscribe al consumo de sustancias, se trata de algo más amplio, de la promoción de conductas adictivas a través de la publicidad. "¿Quién anuncia el póquer online? Los chicos ven a sus referentes y que por un euro pueden jugar y ganar dinero, ser como ellos", contenerse ante ese aluvión es complicado. No se trata de abandonar todas las prácticas, sino de ser consciente de sus riesgos, sostiene la responsable del plan. La clase acaba. Los alumnos hacen tests online. "Te has perdido una clase guapísima, con unas gafas", le cuenta Fernando a un compañero antes de salir por la puerta.

Compartir el artículo

stats