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Agustín Estévez Lores, "Tito" Estévez: "Un partido como el del ascenso en La Puentecilla es algo que no se olvida jamás"

El histórico portero granate recibe uno de los premios Amigos de Pontevedra por su contribución al buen nombre de la ciudad

Tito Estévez, uno de los premiados este año por Amigos de Pontevedra. // Rafa Vázquez

La derrota que más le dolió a Tito Estévez no llegó a producirse en el campo, porque eso fue precisamente lo que le pesó, no haber llegado a debutar en Primera, no tener la oportunidad de ganar o perder sobre el verde. Pertenece a la estirpe de los héroes a los que regatearon los laureles, los que asfaltaron el camino de la gloria para que otros pudieran vivir los años más brillantes de la historia del club: el Hai que roelo. Pero sin Tito, que pasó de Tercera a Primera en una etapa fulgurante, nada habría sido posible. Cuando empezaba a temer que, otra vez, se le escaparan los reconocimientos, sus vecinos han decidido, por fin, darle este merecido galardón.

-¿Qué significa para usted este premio?

-Un placer, un orgullo. Yo soy de Pontevedra, y ya pasaron compañeros míos a recibir este premio, así que yo ya no me lo esperaba. Llegué a pensar, bueno, no soy merecedor. A ver, no es que no sea merecedor, es que los años van pasando y la gente se va olvidando. Pero afortunadamente aún hay personas que se acuerdan de uno y cuando me lo propusieron me alegré mucho y lo agradecí. Lo disfrutaré en la víspera de la Peregrina.

-Debe su fama a varias gestas con el Pontevedra. Una histórica: aquel ascenso a Segunda en La Puentecilla (León).

-Sí, en ese partido fui yo el capitán del equipo. Recuerdo que nos tuvimos que enfrentar en la primera eliminatoria con el Caudal de Mieres. Tuvimos que ir al partido de desempate en Santander. En el siguiente sorteo nos tocó el Burgos y en el partido de allí nos hicieron una encerrona tremenda. La prensa de Burgos decía que aquí los habíamos tratado muy mal, así que no devolvieron la moneda. Los aficionados se pasaron toda la noche antes del partido en la puerta del hotel dándonos una serenata de bombos y platillos. No nos dejaron descansar nada. Fuimos al campo y perdimos. Habíamos ganado en la ida y hubo que ir a otro partido de desempate. En la Puentecilla se jugó un partido de poder a poder, con un cero a cero que no había manera de cambiar. Hasta la prórroga, que nos hicieron una falta en el mediocampo que ejecutó Guillermo, un volante, con tan buena suerte que el balón salió bombeado y el portero, cuando se quiso dar cuenta, ya lo tenía dentro. 1-0 y fiesta rachada, invasión de campo? el delirio universal.

-Pues los años pasarán, como dice, pero tiene usted una memoria que parece que fue ayer.

-Es que eso no se olvida jamás. Un partido que viviste con esa ansiedad, con ese entusiasmo, cuando ya nadie daba un duro por el Pontevedra porque habíamos empezado mal contra el Caudal de Mieres? Hubo dos factores: la afición, con el tren especial de Acuña, y el acierto del míster (Cuqui Bienzobas). Ellos tenían un central que era un "rachador", Monasterio, y el míster puso a Cholo, que era lateral, de delantero solo para que lo marcara a él. Eso fue un acierto.

-¿Sigue yendo al estadio?

-(Saca la cartera para mostrar su carne de socio). Voy a todos los partidos.

-¿Y cómo ve al equipo?

-Mira, en el fútbol lo que más influye es el potencial económico. El Pontevedra lleva varias temporadas tratando de salir de Segunda B, pero falta lo principal. El entrenador que tenemos es un fenómeno, del que no juega, saca fuerzas, lo motiva. Ahora estamos en la dinámica de hacer fichajes. Fichajes se pueden hacer, pero si no hay dinero? La señora presidenta, que es una gran señora, está desempeñando el club de la deuda que dejaron otros e intentándolo a ver si salimos del pozo de Segunda B. Parece que esta temporada vamos a estar arriba, no ascenso seguro, pero sí clasificarse para disputarlo.

-Cuando recuerda sus partidos y ve los de hoy, ¿qué piensa?

-Parece que veo visiones. Nosotros en Pasarón teníamos hierba, a lo mejor, los tres primeros partidos después, barro puro. El material, pobre. Ahora veo los balones y me quedo asustado. Antes, empezaba el partido y pesaban 400 o 450 gramos, al descanso ya se embarraban y pesaban un kilo. Los porteros no teníamos guantes, usábamos guantes de lana. Si llovía, se estiraban. Y camisetas solo lo más imprescindible, dos o tres jerseys para los dos porteros.

-También habrán cambiado los desplazamientos ¿cómo se desplazaban ustedes?

-En tren o en autocar, nos pasábamos medio día en la carretera. Solo parábamos a dormir, a comer y a cenar. Lo demás, todo viaje. Teníamos un autobús que fue una chulada en Pontevedra. Nuevo, carrozado, muy bonito; lo que pasa es que no tenía potencia, en las cuestas arriba había casi que empujarlo, era de coña (ríe).

-Coincidió con los mejores jugadores que han pasado por el club ¿A quién admiraba especialmente?

-Los que más destacaron fueron los del ascenso a Primera, pero aquí tuvimos, sobre todo, al gran capitán, a Cholo. Él sigue siendo el no va más. Era un lateral izquierdo que por su banda no pasaba nadie, llevaba el equipo en volandas, era genio y figura. Después teníamos buenos delanteros como Ceresuela, José Jorge...

-Cuando oye hablar de las millonadas del fútbol actual, ¿le sorprende?

-¡Buf! Impensable, eso es una barbaridad. El fútbol está desmadrado. Yo creo que los jugadores pueden cobrar fichas buenas, pero esos millones es una burrada. Nosotros algo cobrábamos. En Primera sí se podía vivir solo de eso. Teníamos una ficha de 100.000 pesetas, pero había jugadores que llegaban al medio millón al año.

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