Dos años de cárcel es la pena que pide la Fiscalía para Claudio L. F., un ciudadano uruguayo afincado desde hace 17 años en Galicia, a quien acusa de un delito de tráfico de estupefacientes con el agravante de producirse en un centro penitenciario. Lo acusa de entregar dos pastillas de rivotril y diazepam descolgando un cordel (lo que en argot es un "carro"). Él afirma que no lo hizo para obtener beneficio económico o de otro tipo sino por "compañerismo" hacia el otro recluso que decía que las necesitaba para dormir. La defensa pide su absolución.