La insoportable dureza y crueldad del doble crimen de Moraña quedó de manifiesto ayer en uno de los momentos más duros del juicio: La declaración de los peritos forenses que practicaron la autopsia a los cadáveres de las dos pequeñas, Amaya de 4 años y Candela de 9 años, asesinadas por su padre como él mismo reconoció.

Los forenses confirmaron que en los análisis realizados a las niñas detectaron la presencia en sus organismos de Tranxilium y de un relajante muscular que, según el fiscal, el acusado suministró a las pequeñas para adormecerlas y dejarlas así sin capacidad de defensa. A mayores, destacaron la presencia en las niñas de cinta americana con la que el acusado las había maniatado.

La reconstrucción de los hechos realizada por los forenses en base a la autopsia y a la inspección del escenario del crimen apunta a que probablemente David Oubel acabó en primer lugar con la vida de su hija más pequeña, Amaya, en la que los fármacos suministrados sí hicieron el efecto perseguido y no ofreció ningún tipo de resistencia cuando su padre la degolló utilizando una radial. Las heridas que apreciaron en la niña así lo ponen de manifiesto.

A continuación, Oubel habría acudido a otra habitación contigua en la que se encontraba la mayor de las hermanas, Candela, de 9 años, también con la intención de acabar con su vida utilizando la sierra radial que había adquirido apenas unos días antes. En este caso, los forenses sí apreciaron "señales de lucha" por lo que creen que los fármacos suministrados no hicieron efecto y mantenía cierto nivel de consciencia. "Hubo un intento de escapatoria" por parte de la niña, explicaron, algo que se demuestra en que "hay múltiples acometidas" por parte del agresor hacia la menor, causándole "hasta diez heridas diferentes y en distintas direcciones", explicaron al jurado.

Para el fiscal estos signos de lucha no permiten concluir que hubo una capacidad de defensa efectiva por parte de la niña frente al ataque de su padre, dado que cabe recordar que estaba bajo los efectos de los narcóticos y también maniatada. Los forenses explicaron que la niña "logró soltarse parcialmente" al liberar una mano de la cinta americana que la tenía amarrada, pero que continuaba con otra mano atada, lo que evitaba que pudiera defenderse.

Los forenses también confirmaron que en la agresión se utilizaron dos armas diferentes. Además de la radial, que las fuerzas de seguridad encontraron en el mismo escenario del crimen y que pronto apuntaron como arma homicida, posteriormente hallaron en los cadáveres restos que lograron relacionar con un cuchillo incautado en el baño de la casa, en donde fue localizado y detenido David Oubel.

Los forenses explicaron que en el filo de esta sierra radial se encontró un jirón de la ropa de la mayor de las niñas, Candela, que ofreció cierta resistencia a su padre, y que creen que en este enfrentamiento la radial se atascó con la ropa de la víctima y "probablemente tuvo que dejar de usarla".

Los forenses explican que no son capaces de determinar la cantidad de medicamentos que ingirieron cada una de las niñas, pero señalaron como plausible la hipótesis del fiscal que señala que estos fármacos no hicieron el efecto esperado en la niña de 9 debido a su mayor complexión física, frente a la pequeña, de solo 4 años, a la que sí adormecieron casi por completo.

En cualquier caso, los forenses también confirmaron que las lesiones que sufrían las niñas "eran totalmente incompatibles con la vida" y que el arma utilizada era letal casi de forma inmediata.