Las cuatro paredes de la sala noble de la Audiencia Provincial de Pontevedra, que habitualmente acoge la celebración de los juicios con jurado popular, han escuchado a lo largo de los años relatos de crímenes terribles. No obstante, la especial dureza de este último juicio por la muerte de las dos pequeñas Amaya y Candela en Moraña a manos de su padre provocó ayer que en determinados momentos incluso se rompiera la coraza que parece blindar a todos los juristas en el ejercicio de su función.

Fue el caso del fiscal Alejandro Pazos, quien representa al Ministerio Público en este complejo proceso desde el momento mismo en el que se comenzó a instruir la causa, hace ahora casi dos años. Ayer, tras escuchar la lectura del veredicto de culpabilidad del jurado, al fiscal (que días antes había calificado el crimen de "horripilante" durante la vista oral) se le rompió esa coraza mientras ratificaba su petición de prisión permanente revisable para el asesino David Oubel y tuvo que detener su alocución al no poder contener las lágrimas.

La emoción también embargó al final del juicio al abogado de la acusación particular, Valentín Vallejo, que representa a la madre de las dos niñas asesinadas. Al salir de la Audiencia se detuvo a petición de los medios de comunicación, pero la intensa emoción apenas le permitió decir un par de frases en nombre de la familia. Espera que la sentencia a la máxima pena que permite el ordenamiento jurídico español ( y que es la que también ellos solicitaban) pueda por lo menos servir de "regalo" a la familia de las menores para intentar "cubrir la ausencia de las niñas", explicó entre lágrimas y muy "emocionado".

Destacó también el hecho de que el fallo sea firme, al manifestar ante el Tribunal tanto las acusaciones como la defensa su deseo de no interponer recurso. El letrado también quiso agradecer la labor de la magistrada presidenta del tribunal, Nélida Cid, quien "se portó muy bien", dijo. Y lamentó también el hecho de que le hubiera tocado tener que imponer por primera vez esta condena de prisión permanente revisable, algo que "no es un momento agradable para ninguno".

Por su parte, el acusado David Oubel, al igual que durante el resto del juicio, asistió a la lectura del veredicto y de su condena impasible, la mayor parte del tiempo con la vista fija en el suelo de la sala, pero sin dejar entrever en su rostro algún gesto, sentimiento o emoción.

Aunque en su declaración pidió perdón y habló de su "arrepentimiento, el abogado de la madre de las niñas aseguró en su informe el pasado miércoles que precisamente la "altivez" y no mostrar la más "mínima preocupación" por lo ocurrido "hace que sea poco creíble la manifestación de arrepentimiento que hizo".