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Adrián Silvestre: "Las mejores películas no son las más caras sino las más libres"

El realizador presentó ayer en sección oficial de Novos Cinemas su primer largometraje

El cineasta y productor Adrián Silvestre. // Rafa Vázquez

El Festival Novos Cinemas encara su recta final y ayer propuso en la sección oficial el estreno en Galicia de "Los objetos amorosos", el primer largometraje de Adrián Silvestre.

- ¿Qué son "Los objetos amorosos"?

-Ante todo el capítulo de un libro de Erich Fromm, "El arte de amar", me llamó mucho la atención cómo definía en ese capítulo el amor, básicamente defendía que el amor es una capacidad que deberíamos tener todos para amar al mundo en su totalidad y en contraposición a esto muchas personas tendemos a focalizar el amor al mundo en otro, a proyectar todos nuestros anhelos y también nuestras carencias en una persona escogida; y ahí entra lo obsesivo, lo narcisista. Cuando lo estaba leyendo me di cuenta de que tenía mucho que ver con la historia que estaba creando en ese momento.

- La lectura fue algo en paralelo?

-Si, la historia la estaba creando poco a poco en Roma con mujeres reales que me estaban contando sus historias, cuál era su visión sobre la identidad romana, cómo se encontraban allí, cómo era su trabajo, las relaciones sociales, e iba construyendo toda esa parte del guión que tiene que ver con el tono más documental. Paralelamente leí este libro y tuve claro que tenía que insertar una historia de amor en un trasfondo social, y de esa mezcla nace la película.

- El amor universal que propone es en realidad el más antiguo, aunque parece nuevo

-No es nada nuevo sino el más primario y sobre todo universal ¿quién decidió que los seres humanos teníamos que amar todo y relacionarnos con el mundo a través de otro? Eso es lo que plantea la película en una de sus lecturas.

- ¿Cómo se convirtió en cineasta?

-De pequeño me gustaba mucho consumir cine, me gustaba mucho el cine clásico, también hacer teatro y ahí tuve mi primer acercamiento con otros actores y siempre tuve claro que quería hacer algo creativo que tuviese que ver con la puesta en escena. Luego empecé a estudiar comunicación audiovisual y me di cuenta de que lo que más me gustaba, lo que mejor se me daba, era el cine tanto a nivel teórico como práctico. Poco a poco me fui especializando, estudiando otras carreras ya más centradas en dirección y producción, y hasta hoy.

- ¿Qué películas quiere hacer?

-Me gustaría seguir trabajando en la línea que ya he estado mostrando: trabajar con gente desconocida, experimentar, partir de historias reales y de anécdotas. Me considero un traductor, un intérprete de las realidades que me cuentan a la pantalla, podría decir que todo es fruto de mi imaginación pero lo que más me gusta hacer es interpretar esas pequeñas anécdotas y darles una forma visual. Me gustaría seguir haciendo un cine sencillo, con estas licencias documentales, con este juego entre la realidad y la ficción, jugando con los híbridos, lo inclasificable, también con lo social; me gustaría seguir trabajando con mujeres, con problemas controvertidos, sociales, que tengan que ver con género, un poco lo que he estado haciendo hasta ahora.

- ¿Qué opinión le merece el cine que ese está haciendo en estos momentos en España?

-Me encanta porque recibí una educación un poco más ortodoxa desde el punto de vista de la producción, cuando yo crecía y estudiaba parecía que solo había un modo de hacer cine, que tenía que ver con una producción muy grande donde únicamente si tenías ayudas podías sacar un largometraje adelante y luego con la eclosión de internet, de las redes sociales, de vías de difusión alternativas, vemos que hay muchas películas pequeñas hechas gracias a un impulso de ciertas personas, de grupos de gente o crowfunding y te das cuenta de que las pequeñas ideas también tienen su alcance. Y ese el cine que se está viendo en los festivales internacionales, cuando nos fijamos en películas sobre las que se escribe, que van a la Berlinale o a otros festivales, cuando nos fijamos en las mejores películas vemos que al final no son las más caras ni las más comerciales, sino las que han sido más libres y apostado por algo auténtico.

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