Antonio Velasco Garrido, abogado pontevedrés afincado en Barcelona, falleció el 29 de abril en Barcelona a los 83 años.

Nació en la ciudad del Lérez en 1933 en el seno de una familia de clase media. Se declaraba "sentimentalmente gallego", pero también amaba "profundamente" Cataluña, donde pasó más de la mitad de su vida, fundó su familia y puso en marcha su despacho de abogados. El exdirigente popular Alejo Vidal-Cuadras lo consideraba "un ilustre jurista gallego-catalán y por ello doblemente español".

Velasco Garrido pasó su infancia y su juventud en el barrio pontevedrés de A Eiriña. Hermano de Carlos Velasco, que fue durante muchos años director general de Caixa Pontevedra, se graduó en la Escuela de Altos Estudios Mercantiles de A Coruña y posteriormente siendo ya funcionario se licenció en Derecho por la Universidad Central de Barcelona.

Con 22 años ingresó en el Cuerpo Técnico de la Administración Civil del Estado y con 27 años y también por oposición accedió al Cuerpo de Inspectores Financieros y Tributaria. Con plaza de funcionario en Barcelona, y casado con una andaluza, con la que tuvo dos hijas, Velasco Garrido decidió en el año 1975 pedir una excedencia y fundar un prestigioso bufete de abogados en la capital catalana que dirigió hasta su jubilación, y desde el que prestó su colaboración a Editorial Prensa Ibérica.

Su vinculación al grupo editorial al que pertenece FARO le llevó a ser miembro del Consejo de Administración del decano de la prensa española durante casi una década.

En este puesto, como en otros consejos a los que perteneció, y las demás actividades profesionales, Antonio Velasco se labró un sólido prestigio profesional por el que fue respetado y apreciado.

Su especialidad eran los casos fiscales. Por el despacho, ahora compuesto por tres abogados y dos economistas, solía acudir todos los días hasta el pasado verano, cuando su salud se deterioró. "Era una persona con unos marcados principios éticos y muy honesta, algo que ahora parece muy difícil", comenta Fernando Torrescana, su socio en el bufete. "Era buena persona y muy elegante en el trato con la gente", remarca.

Velasco Garrido, que sentía "pontevedrés" y solía venir con asiduidad a su tierra, y especialmente a A Toxa, fue distinguido con la Cruz de San Raimundo de Peñafort. Como letrado, era un gran defensor de la independencia judicial, una cuestión que declaraba le preocupaba profundamente, tanto que cuando tenía ocasión se lo comentaba a los políticos de turno. "Sin la independencia del Poder Judicial, del Constitucional y del Tribunal de Cuentas, la situación política hace aguas por todas partes", alertaba.

Era un gran lector y un apasionado de la historia, tanto que publicó "Historia de España escrita para mis nietos", una obra que dedicó a sus ocho nietos y que estaba especialmente pensada para las nuevas generaciones, pues ahora, esgrimía, "la historia ya no se lee ni se explica".

La historia era para Velasco Garrido, su "segunda pasión", su "gran afición", y quiso relatar de forma amena y comprensible la de nuestro país a los más jóvenes. El libro estaba prologado por el exdirigente popular y exeurodiputado Alejo Vidal-Cuadras. Fue precisamente Velasco Garrido, así lo contaba en una entrevista en este periódico en 2014, quien introdujo a Vidal-Cuadras en el PP, porque el entonces presidente de los populares en Cataluña era un amigo suyo, el empresario Miguel Ángel Planas. Publicó otras dos obras: Los senderos de la vida e Historia de España abreviada.

Muy atento a la realidad política de España, Velasco Garrido, era contrario al referéndum en Cataluña. "Porque la soberanía reside en la totalidad del pueblo español, y la unidad española es la patria común de todos los españoles", alegaba, al tiempo que se reafirmaba en que en su medio siglo de vida en Cataluña "nunca" tuvo problemas de convivencia, y "siempre" se había encontrado "cómodo en el trabajo y las relaciones sociales". Eso sí, alertaba ya en 2014 que "la fractura social podría llegar a producirse" en Cataluña, porque "los políticos lo están dirigiendo mal".

Con su muerte en Barcelona, a la edad de 83 años, desaparece un gran pontevedrés, de gran talento y profundas convicciones. Descanse en paz.

FARO expresa sus más sinceras condolencias a la familia del que fue su consejero, su esposa María Jesús, sus hijos Mónica y Alberto, Regina y Chema, y a los nietos a los que tanto quiso que les legó su saber sobre España, Inés, Pepe, Victoria, Eugenia, Diego, Tono, Sofía y Marta. Su familia ha querido que venga a descansar a su tierra pontevedresa.