Reproches y tensión. Eso fue lo que se vivió en la lonja de Campelo en la tarde de ayer durante la subasta del marisco recolectado. Los mariscadores de las cofradías de San Telmo y Raxó mostraron su indignación durante el proceso de compra-venta de marisco por la falta de "empatía" de un sector de la agrupación de Lourizán, que decidió hacer caso omiso al acuerdo de cese de la actividad en el día de ayer y bajaron a la playa para mariscar.

"Hay más de 400 mariscadores de a pie en la ría y aproximadamente un 25% decidió trabajar pese a que la mayoría habíamos acordado hacer un paro con el objetivo de no entorpecer la búsqueda del último cuerpo y, por supuesto, también como señal de luto", explica uno de los trabajadores que prefiere quedarse en el anonimato.

Mientras, otro aseguraba que la almeja recogida estaba "manchada de muerte". Obviamente están en su derecho, pero es poco ético. Resulta dantesco", recalcó. "Pesó más la avaricia que la solidaridad. El día de trabajo se podía haber recuperado en cualquier otro momento. Mientras ellos trabajaban, los mariscadores a flote ayudaban a buscar el cuerpo", expuso otra voz.

De este modo, una buena parte de los trabajadores de la Cofradía de Lourizán apostó por bajar a la playa homónima para recolectar almeja. Y el resto del colectivo se lo reprochó acudiendo por la tarde a la lonja, donde a base de abucheos, palmas y cánticos hicieron presión a los compradores para que adquiriesen el marisco a un precio menor de lo habitual. Finalmente, los lotes de almeja extra se vendieron en torno a los 15 euros cuando el pasado martes costaron 30, mientras que la japónica fue adquirida por entre 7 y 8 euros, un precio algo más habitual.

Seis efectivos de la Guardia Civil acudieron al lugar ante la posibilidad de que surgiesen enfrentamientos, aunque finalmente no fue necesaria su intervención y tan solo se dedicaron a vigilar que todo estuviese dentro del orden.