Las tragedias con ser de por sí crueles incluyen casi siempre circunstancias que las hacen si cabe todavía más insufribles. Las que rodean el naufragio del "Nuevo Marcos" lo son.

La última singladura del pequeño pesquero del cerco fue muy corta. Del puerto de Marín a mitad de la ría de Pontevedra, frente a la isla de Tambo. Allí chocó contra una batea. Su patrón siguió adelante en lo que se interpreta como un intento de alcanzar la costa, pero fue imposible. El barco se hundió poco después.

Dos marineros se salvaron y sus padres fallecieron ahogados. Un quinto tripulante también pereció. Uno de los supervivientes pudo nadar hasta una hora para contarlo y dar la alerta. El otro fue rescatado después de haberse subido a una batea. Ocurrió frente a sus casas, en Campelo (Poio), una localidad situada en el fondo de la ría, un balcón desde el que sus vecinos con solo levantar la vista pudieron contemplar todo el despliegue de búsqueda. A no más de dos kilómetros en línea recta. La consternación se ha apoderado de todo el municipio, que ya ha decretado tres días de luto.