Aún es pronto para hacer predicciones y mucho menos para adoptar medidas drásticas. Pero la evolución de los recursos hídricos a los largo de este año y el bajo régimen de precipitaciones que se registra desde hace meses en la comarca ha comenzado a encender la prealerta en todos los municipios si no se regresan las lluvias en los dos meses que restan para el inicio del verano.

En los 112 días ya transcurridos de 2017, la estación de Meteogalicia de Lourizán ha registrado un total de 421 litros de precipitaciones, lo que supone una media diaria de menos de cuatro litros y un 60% menos de todo lo que llovió en el mismo periodo de 2016. Además, el presente mes va camino de convertirse en el abril más seco desde que hay registros. Con cantidades inapreciables de menos de un litro en todo el periodo, se puede decir que no ha caído una gota en la ciudad desde marzo, todo ello unido a unas temperaturas inusualmente altas casi todos los días.

Todo ello tiene una repercusión directa sobre el estado de ríos y embalses. De hecho, la Xunta activó en enero una prealerta por posible sequía en enero pasado y continúa activa, del mismo modo que en los concellos, ya que muchos de ellos dependen casi en exclusiva de pozos y manantiales para abastecer de agua a la población.

13 metros cúbicos

Los datos oficiales sobre el estado de los ríos de la comarca se centran en el Lérez, cuyo caudal a día de hoy es de apenas 13 metros cúbicos por segundo, un 75% menos que en estas mismas fechas de 2016, cuando llegaba a los 53 metros cúbicos. En todo caso, el caudal actual no es el más bajo del año. En enero estuvo en poco más de ocho, pero la lluvia acumulada desde entonces solo permitió una recuperación parcial. Desde hace varias semanas la caída es progresiva.

La prueba está en la evolución de este mismo mes. Hace apenas dos semanas el caudal del Lérez era de 18 metros, un 60% menos que dos meses atrás, el 10 de febrero, cuando la estación de medición de Augas de Galicia en la presa de Monte Porreiro presentaba un caudal de 47 metros cúbicos por segundo. A principios de febrero se alcanzaban los 90.

Por su parte, el nivel del río se sitúa ahora en 2,74 metros de altura, un índice más tranquilizador ya que es necesario que baje a solo medio metro para que se apliquen restricciones. Además, el embalse del Pontillón, principal "almacén" de agua para todos los municipios de la ría en las peores épocas del año (generalmente de agosto a octubre) se encuentra casi lleno, al 92%, muy cerca del estado de abril de 2016. En cambio, el del Umia, que suministra a Caldas y otros concellos próximos, sí muestra una situación más delicada, con una ocupación del 52%, frente el 71% de hace un año.

Por el momento, todos los alcaldes consultados descartan la existencia de problema alguno en el suministro de agua a la población, pero todos coinciden en que "de seguir así y no llover en los próximos meses, el verano será difícil". En el caso de Pontevedra, Poio, Marín y Sanxenxo, disponen ya de la nueva red de distribución general ejecutada por la empresa pública Acuaes, y además de ampliar las líneas de abastecimiento, cuentan con el Lérez y el Pontillón.

Manantiales

Pero el panorama es distinto en otros municipios, que en muchos casos dependen de manantiales. En todo caso, todos confían en el regreso de las lluvias para alejar el fantasma de la sequía. Así se pronuncia, por ejemplo, el regidor de Cuntis, Manuel Campos. En este concello ya fue necesario aplicar el pasado verano medidas como restringir los riegos y el uso de agua para piscinas y se aconsejó a la población un "consumo responsable".

Este mensaje es habitual en los últimos meses, pero se intensifica en la actualidad. "Ahora misma no hay alerta", insiste Campos Velay, pero admite que de no cambiar la climatología "estaremos igual que el pasado año". Cuntis se abastece del río Umia pero aguas arriba del embalse y también envía agua a Moraña, cuya alcaldesa, Luisa Piñeiro comparte el temor "como en todos los municipios, si no llueve" si bien deja claro que "no hay alerta alguna a día de hoy".

Tampoco se registran problemas en Barro, un municipio donde por norma general los vecinos se abastecen con traídas vecinales, pozos propios y otros sistemas no municipales. El alcalde, Xosé Manuel Fernández Abraldes, explica que la red municipal, para San Antoniño y Outeiro se alimenta con manantiales y se dispone de un depósito de reserva de 2.000 metros cúbicos. Abraldes señala que "estos manantiales nunca llegaron a secarse" pero admite que la actual falta de lluvias aconseja "un uso responsable del agua. Si se logra, espero que no haya problemas".

Tampoco hay una alerta directa en Vilaboa. Su regidor, José Luis Poceiro, limita los problemas actuales a una situación puntual en San Adrián de Cobres a consecuencia de las obras de ampliación del puente de Rande, que afectan a un lavadero y una fuente próximas. En Vilaboa, al igual que en Barro, el abastecimiento doméstico se cubre con traídas vecinales, mientras que la zona de Paredes cuenta con suministro desde el embalse de Eiras, en el río Oitavén, que está actualmente a plena capacidad.

En términos generales, las presas de abastecimiento de la cuenca Galicia-Costa están al 86% (hace un año era de casi el 90%) pero el problema de la falta de lluvias se deja notar con más virulencia en los ríos, con un caudal a estas alturas muy por debajo de lo que era habitual.