Berry tiene once años y está jubilado. El pastor alemán disfruta de una vida en familia después de haber sido adoptado en Pontevedra, a cientos de kilómetros de su lugar de trabajo: Melilla. En la ciudad autónoma, el perro se dedicaba en cuerpo y alma a la detección de explosivos en vehículos, coches y camiones. De hecho, el día de su jubilación le hicieron una despedida con honores militares. Una década de esfuerzo con la Guardia Civil que ahora se ve recompensada con un merecido descanso. El mérito, en este caso, es de Rosa Arístegui, vecina de Pontevedra que decidió dar una oportunidad al can, y del colectivo "Héroes de 4 patas", creado para buscar familias a los animales que trabajaron para las fuerzas de seguridad y emergencias.

Rosa Arístegui vive en la zona monumental de Pontevedra. Siempre tuvo perros y el año pasado se propuso adoptar uno. "Solo sabía que no quería un cachorro, ya que, al vivir con mi madre mayor necesitaba uno de carácter tranquilo. Que fuese educado ya era pedir mucho, pero, casualmente, Berry ha cumplido todas estas características, algo que yo no supe hasta que se vino con nosotros en julio", explica.

Dio con él a través de internet. "Fue así como supe de Héroes de 4 patas", recuerda. "Ellos te hacen un cuestionario y deciden cuál es el perro más adecuado para ti según tu estilo de vida, personas en la familia, si hay gatos en casa... La Policía viene a tu casa para conocer dónde va a vivir el perro y le hacen un seguimiento de por vida", informa la pontevedresa.

Lo cierto es que el carácter de Berry es muy tranquilo y ni se inmuta cuando otros perros de gran tamaño, o pequeño, le ladran. "Berry es tal cual lo ves, tranquilo, educado, muy cariñoso", presume Rosa, que añade que "son perros que reciben mucho cariño".

Contacto con el educador

La familia de adopción se mantiene en permanente contacto con el educador del perro acogido, Salva, en el caso de Berry. Con él se resuelven todas las dudas que puedan surgir sobre su comportamiento. Esta no fue una cuestión que echase para atrás a la pontevedresa, voluntaria de Protección Civil, en ningún momento. "Berry fue muy obediente desde el principio. Hay que pensar que él nunca tuvo una familia. Está siempre pendiente de mí, me siento muy acompañada", dice con cariño.

Tantos años de dedicación a la Guardia Civil no han sido fáciles de dejar atrás. "Los primeros meses Berry me despertaba a las seis de la mañana, la hora a la que él madrugaba para trabajar. Me daba con el morro o la patita. Ahora ya no lo hace", cuenta su dueña. Además, todavía es hoy el día en que con determinados vehículos intenta ejercer su trabajo de detector de explosivos. "Se pone a dar vueltas a su alrededor buscando y oliendo. Podemos estar un buen rato. Lo importante es que no se siente, porque eso querría decir que ha encontrado algo", advierte divertida su adoptante. En cualquier caso, para ella no son más que anécdotas de la personalidad del que ya es su mejor amigo, porque Berry, al fin y al cabo, es un amor de perro.