El recuerdo del niño sirio Aylan tendido sobre la arena todavía impacta en nuestras conciencias. "Se nos muestra una imagen desgarradora con un menor como protagonista y su repetición por parte de los medios y el paso del tiempo convierten a estas instantáneas marcadas por el dolor en símbolos de las tragedias. Es un tema controvertido pero, como se suele decir, el fin no justifica los medios", defiende Pouso.

Sostiene que los medios deberían optar por otro tipo de fotografías, "las que muestran poco pero dicen mucho". "Cuando un autor cuenta con aptitudes, formación, creatividad y educación visual creará imágenes contundentes que puedan, inclusive, llegar a convertirse en símbolos. En el caso de Aylan, las diferentes cabeceras de nuestro país optaron por fotografías muy dispares, unas enseñaban algo y otras lo mostraban todo", recuerda.

Y es que, cuando las desgracias ocurren lejos, las dudas sobre publicar según qué fotografías se reducen. "Comemos con el telediario puesto y se nos prepara desde hace mucho tiempo para tragar cosas inimaginables. Sin embargo, cuando nos identificamos, todo se visiona de distinto modo", expone.

Por eso, cuando las tragedias golpean cerca -el caso del trágico accidente del Alvia o el fallecimiento del comisario- la publicación de las imágenes de las víctimas genera debates acerca de los límites. "Se emiten comunicados por parte de los colegios profesionales de periodistas o los propios familiares pidiendo respeto y especial sensibilidad en la difusión de imágenes. Sin embargo, estas discusiones nunca surgen cuando las víctimas pertenecen a una ciudad de Oriente Medio, esa en la que nunca nos hallarán a nosotros", reflexiona la experta.