La noche del 1 al 2 de enero de 2014 la vida de Carlos Sánchez Montes cambió radicalmente. Pasó de tener una esperanza de vida de menos de un año a estrenar una nueva gracias a un trasplante de hígado. Fueron diez meses de espera que pusieron fin a una "fecha de caducidad" alertada por los médicos. Ahora, tres años después, el pontevedrés, de 54 años, se entrena a diario para poder participar como atleta en los Juegos Mundiales de Deportistas Trasplantados 2017, que se celebrarán en verano en la ciudad andaluza de Málaga. Para promocionarse ha creado un vídeo con la canción "The miracle" de la banda irlandesa U2 y fotografías de sus entrenamientos junto a Santi Ferrer, que ya ha comenzado a difundir entre sus círculos más cercanos.

Los problemas de salud de Carlos Sánchez comenzaron, oficialmente, en 2012, cuando le diagnosticaron una hepatitis C, enfermedad que venía arrastrando desde años atrás. "Yo era una persona sana, que jamás ha bebido alcohol, y cuando digo esto es que ni siquiera una cerveza. Tampoco fumaba... Siempre he sido deportista. Pero de repente me empecé a sentir mal, con un cansancio atroz. Estaba hecho polvo y no podía conmigo. Empecé a coger mucho peso y era todo porque el hígado no funcionaba. Llegó un momento en que me dormía en cualquier sitio", recuerda.

Debido a su profesión, era capitán del Ejército, le dieron la incapacidad. "Nosotros estábamos muy controlados, ya que nos hacían muchas analíticas. La primera que me dio una alteración fue en el año 2000, cuando comencé a tener un problema de elevación de transaminasas, pero no les llamó la atención. Fue al regresar de una misión internacional en Kosovo", asegura. A día de hoy, el Ministerio de Defensa no ha querido reconocer esa causa-efecto en el contagio de la enfermedad del pontevedrés, un tema que se está sustanciando en el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, ya que los informes periciales y de la Unidad de Trasplantes de Santiago así lo aseguran.

Una vuelta de tuerca

"En el momento en que me dijeron que la única posibilidad que me quedaba era el trasplante me cambió la vida por completo. No me podía creer que fuese la única solución. Se me vino el mundo encima, porque todos tenemos que morirnos algún día, pero cuando te dicen que tu fecha de caducidad está aquí...", dice Carlos Sánchez.

Carlos y su mujer ya tenían dos hijos mayores de edad. "Fue muy duro, porque mi hija vive en Madrid y estaba embarazada. Todo mi miedo era no poder conocer a mi nieta", asegura visiblemente emocionado. "Hay episodios que no superas nunca", reconoce.

Pese a todas las dificultades, el pontevedrés nunca temió que el trasplante no llegase. "Lo que tienes miedo es de que llegue tarde", dice.

El trasplante supuso el siguiente cambio radical de su existencia.; esta vez para bien. "Ya en la UCI me encontré genial. De repente volver a sentirme bien supuso un cambio espectacular. Cuando me desperté ya tenía ganas de caminar", manifiesta.

"Fue volver a vivir, gracias a la generosidad de una persona y de su familia. Si no fuera por él yo no estaría vivo", agradece.

Tras la operación comenzó a practicar deporte. Actualmente dedica unas dos horas diarias al entrenamiento. "Me siento fenomenal, me siento vivo, que es lo importante. Mientras que los médicos no me digan que pare, yo seguiré", asevera.