El edificio en demolición pertenece a la empresa propietaria del Hotel Don Pepe, que podría destinar el solar a un estacionamiento, aunque en un principio, el plan de urbanismo actual contempla la opción de construir un nuevo edificio de características similares al contiguo, el número 23, que tiene una altura de cinco pisos pero tuvo que sufrir un retranqueo. El inmueble fue declarado en ruinas en 2008 y sus propietarios de aquel entonces tramitaron la licencia de demolición de una estructura que tuvo que ser apuntalada ya entonces ante el riesgo de desprendimiento. Esa tramitación derivó en un problema con los últimos inquilinos, que se mostraron reacios a abandonar el inmueble debido a las buenas condiciones económicas del contrato de alquiler, regido por una renta antigua.

Tras varios años sin novedades, en 2014 el edificio quedó totalmente deshabitado y cuando la demolición parecía inminente, la operación se detuvo debido al cambio de propietario que sufrió el inmueble. El traspaso de los derechos provocó también el de la licencia de derribo, que pasó a ser una obligación para el actual dueño.