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El meollo

Silva & Mosquera

Silva & Mosquera

El PSOE de Carmela Silva y el BNG de Cesáreo Mosquera van a cerrar el año 2016 sin tirarse un solo plato a la cabeza en el seno del gobierno de coalición en la Diputación Provincial. Ni un mal rollo siquiera que llevarse a la boca, nunca mejor dicho, tanto Nidia Arévalo como Ángel Moldes, la bicefalia opositora del PP después de tantos y tantos años de cómodo mandato. A este paso su particular travesía del desierto va a resultarles demasiado larga.

Y lo mejor de todo, aunque según para quién, es que no les costado mucho. En algún momento, los unos y los otros incluso han estado bastante cómodos y relajados compartiendo debates y escenarios. Así es, si así os parece.

"Un año fantástico". Esta valoración de Carmela Silva habla por sí sola de la marcha del pacto rubricado entre nacionalistas y socialista. En realidad nunca ha desaprovechado ocasión alguna para hacer público su estado de gracia como presidenta. Y otro tanto puede decirse del vicepresidente Cesáreo Mosquera, que tampoco se queda atrás con tanto mando en plaza, aunque su talante sea más comedido, o si se prefiere, menos explosivo. Los dos están encantados de conocerse en tan dichosas circunstancias.

El PSOE y el BNG, o viceversa, que tanto monta, han puesto toda la carne en el asador por conseguir una acción de gobierno en común, aunque desplegando un particular toque del balón en su zona del mismo campo. Juntos van lográndolo.

Especialmente en Pontevedra, y más particularmente en el Museo Provincial y Archivo Histórico, el PSOE y el BNG de la Diputación han compartido más actos durante 2016, que los concejales socialistas y nacionalistas en sus dieciséis años de pacto capitalino. Los primeros se piropean y los segundos se repelían.

El meollo de la cuestión está en conocer la pócima maravillosa que ha obrado ese milagroso entendimiento entre el PSOE y el BNG en solo un año y medio de gobierno amigo en la Diputación Provincial, y saber la razón última de esa falta de empatía nunca superada durante dieciséis años de mandato bipartito en el Ayuntamiento de Pontevedra, que terminó como el rosario de la aurora.

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