A menos de dos semanas para que se inicie, en la noche del día 25, la huelga de basuras convocada por la plantilla, el gobierno local ya muestra su preocupación por una movilización que puede alterar de forma notable la vida en la ciudad en plenas fiestas navideñas., un conflicto del que parece responsabilizar únicamente a la concesionaria, la empresa Cespa, con la que el gobierno local mantiene tensas relaciones desde hace meses.

Por ello, el ejecutivo municipal acordó ayer emplazar a Cespa, a reanudar las negociaciones sobre el convenio colectivo con la plantilla y tratar de evitar así este paro, que sería indefinido si no hay un acuerdo antes. El Concello ve con preocupación este conflicto porque "los pontevedreses no se merecen esta huelga en plenas fiestas", según indicó ayer el concejal Raimundo González Carballo, que también se sorprende de que el único punto de fricción sea el de la antigüedad. "Con unas diferencias tan pequeñas, deberían de llegar a un acuerdo, de ahí que instemos a la empresa a retomar el diálogo", señalaba el edil.

Ocho meses de negociaciones

La plantilla anunció el pasado viernes la convocatoria de una huelga indefinida en el servicio a partir del próximo día de Navidad a las 22.30 horas tras romperse las negociaciones para la firma de un nuevo convenio, un diálogo que estaba abierto desde marzo pero que la plantilla da por zanjado ante la insistencia de la empresa en no contabilizar en el pago de la antigüedad el tiempo en el que los trabajadores estuvieron trabajando con contratos temporales para la empresa antes de convertirse en fijos. Es un punto en el que ninguna de las partes cede.

Los trabajadores confían, y más después del pronunciamiento municipal de ayer, en que todavía se puedan retomar las negociaciones y llegar a un acuerdo para evitar un paro que tendría una fuerte repercusión en el estado de las calles, según admite la propia plantilla.

La actual concesión vence en junio próximo, después de dos décadas de vigencia y el nuevo concurso viene condicionado por el nuevo sistema de basuras que quiere implantar el Concello, basado en el compostaje. El personal no oculta su inquietud sobre los efectos de este modelo sobre su trabajo, si bien culpan a la empresa de aprovechar esta situación para intentar ahorrar costes al máximo tanto a la hora de negociar el convenio como en el momento de cubrir bajas laborales, algo que no ocurre "desde hace un año aproximadamente". Esto provoca, según también denuncian, que se esté incumpliendo por parte de la empresa parte de lo estipulado en la concesión como que, por ejemplo, todos los días haya en la calle menos maquinaria y operarios de los que realmente precisa una ciudad como Pontevedra.