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La situación de la venta ambulante en Pontevedra

La feria pasa por una de sus etapas más críticas al superar el 30% de puestos vacíos

De los 95 espacios adjudicados, 30 se encuentran vacantes - Los vendedores piden al Concello que saque a concurso las plazas - El gobierno local ya trabaja en la reorganización del mercadillo pontevedrés

Basta con recorrer una sola vez la feria de Pontevedra para darse cuenta de que está pasando por una época de capa caída. "Una bien larga", aseguran los feriantes más antiguos, que consideran que es una de las mayores crisis de esta cita de los sábados. Y es que de los 95 puestos actuales, 30 de ellos se encuentran vacantes, lo que supone más de un 30 por ciento de los espacios ofrecidos por el Concello en el paseo Enxeñeiro Rafael Areses para la venta ambulante.

Atrás quedan aquellos tiempos en los que el mercadillo de Pontevedra atraía a miles de vecinos de la ciudad y de los municipios cercanos y en los que realizar el recorrido por los diferentes puestos y conseguir las mejores prendas al mejor precio era una cuestión de pericia. Ahora, los sábados pasan sin demasiado alboroto a la orilla del río. Tanto clientes como feriantes coinciden en algo: hay que llenar cuanto antes los espacios vacíos que han dejado los puestos vacantes, porque cuantos menos vendedores se dejen ver, menos compras se van a efectuar. En esa idea también trabaja el Concello de Pontevedra, que tiene previsto sacar a concurso estas plazas a corto plazo.

"Ahora mismo se están reubicando algunos puestos que se quieren cambiar a algún número determinado que se encuentra vacío. Se está procediendo a su medición, porque se paga por metro, y una vez que se tengan todas estas cuestiones organizadas, se sacarán a concurso las vacantes", explica el concelleiro de Mercados, Vicente García Legísima.

Cada puesto paga por metro y por trimestre. Son 26 euros por metro, de modo que, por ejemplo, un puesto medio de unos 10 metros paga 260 euros cada tres meses.

Hace años que se fijaron estos precios, que ya se pagaban en la época en la que se colocaban los puestos en la explanada de subida al Pazo da Cultura, cuando el número de vendedores era mucho mayor y superaba con creces el centenar. Aún así, y teniendo en cuenta "los tiempos de crisis", muchos de ellos consideran que son unas tarifas demasiado elevadas si se comparan con otras localidades de la comarca, eso sí, de menor tamaño. Lo ratifica María del Carmen Bastón, que lleva dedicada al negocio de la venta ambulante casi toda su vida.

"El precio es excesivo. Yo voy a Caldas, Moaña y Bueu y pongo más días el puesto por la mitad de precio, porque aquí pago 208 euros por trimestre por solo ocho metros", asegura.

El problema, asegura esta vendedora, es que el hecho de que un tercio de la feria se encuentre vacío no atrae a los clientes. "Y nosotros somos autónomos y tenemos que pagar a fin de mes, vendamos o no", se lamenta.

Actualmente, muchos de los feriantes extienden sus puestos más allá de sus metros iniciales para disimular estos huecos.

La falta de vendedores comenzó a notarse con la crisis y la ausencia de las cooperativas de etnia gitana, que dejaron de acudir a la feria pontevedresa. Es una falta sobre la que la opinión de los vendedores difiere sustancialmente. Todavía quedan algunos que se reafirman al decir que "al faltar los zamoranos, faltó la feria. Esto ya no es lo que era. Tenían mucho tirón". Sin embargo, cuando se habla del clan de Los Morones, el sentir general es muy diferente y se puede resumir en que ahora "hay más tranquilidad". "Están bien donde están, a determinadas personas no se les echa para nada de menos", dice un vendedor, que prefiere no dar su nombre al hablar de este tema.

Algunos feriantes van más allá y afirman que "algunos ayuntamientos, cuando se nombraba la palabra Sinaí o Morón, se morían de miedo". "Estamos más tranquilos, porque ellos no pagaban los recibos como los demás, y en esto somos todos iguales", declara el responsable de uno de los puestos más veteranos.

La mayoría de los vendedores actuales son de la provincia de Pontevedra, aunque también hay algunos de las de A Coruña y Lugo.

Según García Legísima, ha habido más de 15 peticiones para los puestos vacíos, aunque el número de personas que se han interesado por ellos es mayor.

Además, el Concello también ha recibido propuestas para un cambio de ubicación de la feria. Una de ellas es la que pide su traslado a las inmediaciones de la Plaza de Abastos, imitando modelos como los de Moraña o Cangas, "una opción muy difícil en Pontevedra por cuestiones de espacio y por lo complicado que resultaría la carga y descarga de los vehículos de los feriantes", reconoce el concelleiro de Mercados.

Desde el Gobierno local se barajó el pasado verano el traslado a los terrenos de Tafisa, una posibilidad que los vendedores rechazaron de pleno y que finalmente no se llevó a cabo.

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