"La única víctima aquí soy yo". Ricardo B. C., el tomiñés acusado de violar a una niña de ocho años en el año 2003 aprovechó su derecho a la última palabra para insistir ante los magistrados de la Sección Segunda de la Audiencia en su inocencia, asegurando que nunca tuvo ni un solo conflicto con vecino alguno.

Después de dos sesiones de vista oral y practicada toda la prueba, la Fiscalía sigue sin creer en su versión. Para el Ministerio Público, quedó acreditado que Ricardo B. C. agredió sexualmente a una menor de 9 años, amiga de su hijastra, en el año 2003, en unos hechos que la víctima no se atrevió a denunciar hasta nueve años después, en 2012, por lo que mantuvo su petición de condena de 14 años de prisión. Lo mismo sostiene la acusación particular, que ejerce la propia víctima, y quien eleva esta petición a los 15 años de cárcel.

El fiscal explica que la principal prueba de cargo contra el acusado es la declaración de la víctima, de la que destacó que el informe del Imelga concluye que las manifestaciones de esta mujer hoy ya mayor de edad "no son inveraces". Lamentó que la estrategia de defensa del acusado se centrase básicamente en desacreditar a la víctima ante su supuesto carácter "conflictivo", "mentiroso" o sus supuestos malos hábitos con la bebida y las drogas, sin aportar no obstante nada que permita acreditar estas afirmaciones. También aludió a los testimonios de otras cuatro mujeres que sufrieron algún tipo de "encontronazo" con el acusado que ellas definieron en el juicio como de posible acoso sexual. La última de ellas declaró ayer mismo en esta segunda sesión del juicio.

La acusación particular fue más allá y aseguró que estas cuatro testigos ponen de manifiesto "la actitud manifiestamente libidinosa con menores" que, según dice, tenía el acusado.

La defensa resta valor a estas declaraciones al indicar que todas las testigos están "íntimamente relacionadas" con la víctima o con alguna persona de su familia. De hecho, cree que la "denuncia falsa" contra su defendido es fruto "de una confabulación" entre la víctima y estas personas. Señala a que el móvil económico, ante la creencia en el pueblo de que el acusado es una persona con dinero, como la explicación más plausible a que se hubiera interpuesto esta denuncia por parte de la víctima. Asegura que no existe ninguna prueba de cargo y llama la atención sobre el hecho de que no haya ningún parte médico o ginecológico de la supuestas lesiones que pudieran haber provocado en la menor los hechos que ella describe, a pesar de que afirma que sí fue al ginecólogo en los días posteriores.

Ocurrió en 2003

La víctima relató en la primera sesión del juicio que cuando tenía aproximadamente 9 años acudió al domicilio del acusado para pasar allí la noche dado que era amiga de la hijastra del procesado, con quien tenía una muy buena relación. Afirma que en un momento dado la abordó en una de las habitaciones y la obligó a mantener relaciones sexuales a pesar de su oposición y sus gritos. La acusación particular llamó la atención sobre el hecho de que, aunque la joven habría guardado en secreto lo sucedido hasta 2012, no volvió a casa de su amiga nunca más, sin dar explicaciones del por qué. La defensa subrayó, no obstante, que en el instituto habrían retomado la amistad.