El agente de Policía que detuvo al acusado poco después del suceso indicó al tribunal que lo localizó "a 500 o 600 metros" del lugar, caminando tranquilamente por la calle y que entró "correctamente" en el vehículo, sin ofrecer resistencia alguna, tras explicar al funcionario que había practicado sexo con la denunciante pero con su consentimiento.

Entre los testigos convocados a la vista, el propietario de un local aseguró que había visto a víctima y acusado "de vez en cuando por allí, pero no juntos", mientras que otro conocido de ambos afirmó que jugaron como pareja al futbolín. Sin embargo la víctima aseguró al tribunal que nunca juega al futbolín, ni aquel día ni nunca antes.

El lugar donde se localizó el tanga de la víctima constituyó otra de las contradicciones de los testigos. Mientras que la víctima aseguró en su declaración que el acusado se las arrancó antes de proceder a la violación y que esta prenda se quedó en el suelo, la propietaria del kiosco que socorrió a la víctima aseguró al tribunal que cuando vio a la joven venía con la braga en la mano. Los agentes de Policía indicaron, por su parte, que recogieron la prenda en el suelo del kiosco.

La defensa del acusado preguntó a la mujer por qué en su primera declaración aseguró que no había consumido cocaína, si bien ahora admite que lo hizo aquella noche. Ésta explicó que en su día lo negó "porque tengo una madre que está enferma y le iba a dar un disgusto muy grande". En todo caso subrayó que consumió la droga sola, y no con el acusado, como éste sostuvo.

Tras el suceso, la mujer necesitó terapia psicológica y llevó durante dos meses un collarín.