"Los moluscos se estresan, como nosotros" y esto deriva en un menor crecimiento y en que "inviertan menos energía en reproducirse y también en que sean más vulnerables" tanto a enfermedades como a convertirse en presas de otras especies, aseguró la catedrática de Zoología Elsa Vázquez en la tercera edición de las jornadas "Bo uso e mal uso do mar", que se celebra en la Facultade de Ciencias da Educación e do Deporte. En una mesa sobre los retos y problemáticas del sector marisqueo, la catedrática señaló que los efectos del cambio climático están teniendo ya un impacto directo sobre los bancos marisqueros. "Todas las proyecciones", recordó, apuntan a que este derivará en "olas de calor mucho más recurrentes y en un incremento de la intensidad de las precipitaciones", que derivará en "eventos meteorológicos extremos". En este punto, Vázquez recordó como estos eventos provocaron ya en los últimos años episodios de "mortalidad masiva de bivalvos", al tiempo que provocan también "alteraciones a corto y largo plazo de la distribución de las especies".

Los efectos del cambio climático, de esta forma, en el conjunto de los sistemas pesqueros, constituyen también el eje del trabajo que desarrollará a lo largo de los próximos cinco años Elena Ojea, que se ha incorporado como investigadora a la Universidade de Vigo. "El cambio climático va a cambiar las reglas de juego y tenemos que ir diseñando las medidas que hagan que, en el futuro, ese impacto sea menor", destacó Ojea en una mesa en la que subrayó que "los estudios apuntan la que esos cambios van a ser bastante drásticos en 50 o 60 años". De ahí que pusiera de relieve la importancia de "pensar en la gestión sostenible a largo plazo", promoviendo investigaciones que conjuguen los ámbitos biológico y oceanográfico "con la parte social y económica", ya que serán esos "estudios integradores los que nos van a dar las mejores herramientas".

Esta mesa contó también con la participación de la directora del Centro Oceanográfico de Vigo, Victoria Besada, quien abordó el trabajo que desde el Instituto Español de Oceanografía vienen haciendo del seguimiento de la contaminación química en las rías de Pontevedra o Vigo. Más allá de que la aparición de toxinas constituye "un proceso natural, claro está que la actividad humana afecta a su desarrollo", destacó esta investigadora, que incidió en la necesidad de controlar "las aportaciones de todo tipo de substancias" que llegan el agua desde múltiples vías. "El mar no es una escombrera", recordó Besada, quien incidió en la importancia de "cambiar la mentalidad de que el mar puede con todo, que no es verdad".

Reconocer y dar a conocer las aportaciones, "invisibles y silenciadas", de las mujeres a la sostenibilidad del mar constituye el objetivo de la tercera edición de estas jornadas "Bo uso e mal uso do mar", que se celebra con la colaboración del Campus do Mar, el Consello da Cultura Galega y la Diputación de Pontevedra.