Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cuatro generaciones y un siglo entre telas

Adrián García, de 28 años, ha heredado la gerencia uno de los negocios más antiguos de Pontevedra, Clarita

"¿Cerrar? No. Para nada. No solo no vamos a cerrar, sino que llevamos un año bueno, de beneficios. No sé por qué se ha extendido ese rumor, pero no es cierto". Adrián García, de 28 años, es el gerente de Almacenes Clarita, uno de los negocios más antiguos de Pontevedra, que este año ha cumplido un siglo. No ha llegado a este puesto de responsabilidad de casualidad, sino por una suerte de "herencia". El joven pertenece a la cuarta generación de una familia que ya ha hecho historia en el comercio local y desmiente un rumor extendido en la ciudad en el último año: "Almacenes Clarita no cierra".

Miguel Cimadevila, Adrián García y Francisco García, en Almacenes Clarita. // Gustavo Santos

Adrián García siempre tiene una sonrisa en los labios. Se mueve detrás del mostrador como pez en el agua. "Me gusta el comercio, me gusta mucho. Y me gusta también el trato con el público", reconoce. En su caso el refrán "de casta le viene al galgo" se hace una realidad, y es que es el tataranieto de María Santiago, la fundadora de la empresa de paquetería que nació en 1904 y que en 1916 tomaría el nombre de Almacenes Clarita con Clara López Santiago al frente, su bisabuela.

Al pontevedrés le ha tocado tomar el relevo de miembros de su familia de anteriores generaciones, entre ellos su padre, Francisco García, que trabajó en los almacenes durante 42 años, y el primo de este, Miguel Cimadevila, que lleva tres décadas en el negocio.

"Llegó con muchas ideas, tuvimos que frenarle porque ahora mismo no hay dinero para tanta inversión", reconoce Francisco García.

Su contacto profesional con la tienda, la única que sigue funcionando de las cuatro que Almacenes Clarita llegó a tener en la misma manzana, en pleno corazón de Pontevedra, entre A Ferrería y los Soportales, tuvo lugar un verano, desde entonces se quedó "enganchado" y decidió que quería dedicar su futuro a intentar prolongar la vida del establecimiento.

"Tenía ideas que creía que eran nuevas y que ellos ya habían puesto en marcha antes, con ellas habían innovado en Pontevedra. Por ejemplo, cuando les planteé ampliar horario, me dijeron que Almacenes Clarita había sido el primer negocio que había decidido no cerrar a mediodía los días de feria, cuando se celebraba aquí, en A Ferrería", explica. Su padre lo confirma: "Esos días, la abuela les daba de comer a los empleados empanada de rape y callos".

El joven siente responsabilidad con su cargo, "pero el mismo que puede tener cualquier otra persona que tiene un trabajo, porque hoy día tener un trabajo es tener un tesoro", considera.

Su llegada a Almacenes Clarita, ahora una Sociedad Anónima, se produjo en pleno ERE de la empresa, consistente en reducir a media jornada el tiempo de trabajo de los cinco empleados con los que cuenta, "quizá por eso la gente pensó que íbamos a cerrar". "Ahora no solo las cosas van bien, sino que nos estamos planteando que uno de los trabajadores ya comience a trabajar a tiempo completo para ir, poco a poco, incorporándolos a todos de este modo", dice optimista el gerente, cuyas aportaciones se han notado en una adaptación de la tienda a los nuevos tiempos, como la creación de un perfil en la red social Facebook. Más adelante podrá cumplir su deseo de reestructurar el establecimiento realizando ciertas obras "para hacerlo más atractivo visualmente".

Pero lo que quizá más le ha costado a Adrián García ha sido el hecho de hacerse con la clientela, mayoritariamente mujeres. "Aquí podemos agradecer que conservamos clientas de toda la vida, pertenecientes también a generaciones de la misma familia. A ellas es a quienes tengo que demostrarles que puedo hacerlo", sonríe el joven. "Están acostumbradas a tratar con ellos (señala a su padre y al primo de este), y me cuesta hacerles entender, por ejemplo, que si un producto ya está rebajado no se puede bajar más el precio. Aquí se sigue practicando el regateo", dice divertido.

"Ya se van acostumbrando, pero al principio les extrañaba que les atendiese 'o neno', porque así me veían", concluye.

Compartir el artículo

stats