Xosé Ramón Girón preside la Federación de Asociaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental de Galicia, Feafes, una entidad sin ánimo de lucro, creada en 1995, que agrupa a 14 asociaciones repartidas por toda la geografía gallega. Cuenta con 5.000 socios.
-¿Qué es una enfermedad mental? ¿Por qué hay tendencia a confundirlas con otras?
-Básicamente se confunde a la enfermedad con la discapacidad intelectual. El rasgo fundamental de la enfermedad mental es que es algo sobrevenido a lo largo de la vida de la persona. No es una condición con la que se nace. De repente surge algo que provoca una enfermedad mental.
-¿Cuáles son las más frecuentes?
-Lo que sabemos es que el 25 por ciento de las personas van a tener un problema de salud mental a lo largo de su vida y que hay unas especialmente graves, que son las que nosotros trabajamos: las del grupo de la psicosis, como la esquizofrenia, el trastorno bipolar... La que más suena es el trastorno depresivo. Nosotros nacimos como asociación para que estas personas reenganchen con la normalidad de la vida, con su trabajo, familia...
-¿Qué papel tiene esta?
-La familia es el dispositivo básico de atención a la persona con enfermedad mental. Pensar que solo con la sanidad se va a arreglar el problema es un error. La parte asistencial es fundamental y necesaria, imprescindible. Es el comienzo de cualquier posibilidad de recuperación. Desgraciadamente, hasta hace muy poco tiempo la enfermedad mental era considerada como un problema estrictamente sanitario. Por fin en 2013 la Xunta la incluyó en la cartera de la antigua Consellería de Benestar Social, hoy Política Social.
-La campaña de este año, #eunonteñoprexuízos, está protagonizada por rostros conocidos de la sociedad y la cultura...
-Sí, porque ellos condensan muy bien en poco espacio lo que nosotros no conseguimos explicar en un discurso o un manifiesto de muchas páginas.
-¿Por qué los prejuicios?
-Porque son una de las batallas esenciales de la normalización de la vida de la gente con enfermedad mental. Queremos que cambie hacia la comprensión, el cariño, porque son personas con las mismas querencias, ilusiones y los mismos problemas que cualquier otra persona. Lo único que ocurre es que tienen una enfermedad mental y lo tienen más complicado.
-¿Por qué nos avergonzamos por reconocer que estamos pasando por una depresión?
-Eso forma parte de la cultura alrededor de la enfermedad mental, que siempre se pinta muy negra y negativamente. A estas alturas del siglo XXI pensamos que eso ya debería haber cambiado. Con las ganas necesarias, esta batalla se puede ganar.
-La asociación trabaja también con la inserción laboral. ¿Tan difícil es que una persona que haya pasado una enfermedad mental encuentre trabajo?
-Sí. Si el nivel de paro entre la sociedad es del 25 por ciento, en el colectivo de personas con enfermedad mental está en el 90 por ciento. Nosotros tenemos un servicio de empleo específico que está vinculado al de la Xunta. Después de muchos esfuerzos, el año pasado conseguimos 150 inserciones laborales, que parecen muy pocas, pero que son un número muy elevado en este colectivo. Nosotros sabemos que la inserción laboral es lo que más ayuda a normalizar la vida de una persona.
