Un nuevo incendio en una casa abandonada de la calle Isabel II, que ya había sido pasto de las llamas en junio de 2015, obligó ayer a los Bomberos a intervenir de madrugada y levantó las quejas y protestas de los vecinos por el estado de numerosos edificios sin uso, que se han convertido en albergue de indigentes y en un peligro para los inmuebles colindantes. Así lo denunciaron ayer varios residentes del entorno de Santa María, donde se produjo el incendio.

Los Bomberos explicaron que el fuego comenzó en torno a las dos de la madrugada y fue de escasa consideración, ya que se sofocó en apenas 40 minutos, pero subrayaron que este tipo de siniestros en el casco viejo y en calles estrechas siempre puede complicarse. No se han detallado las causas del siniestro pero los vecinos ya apuntan a la presencia de "okupas", el mismo origen que se denunció en junio de 2015, cuando este mismo edificio ardió de forma espectacular a escasos metros de la basílica.

En todo caso, no es la primera vez que se producen incidentes de este tipo en plena zona monumental. Al margen del devastador incendio de La Moda Ideal, en A Ferrería, el entorno de Santa María ya ha sido escenario de varios casos, en su mayor parte atribuidos a personas que se refugian en casas abandonadas.

Por ello, vecinos del entorno reclamaron ayer, de entrada, que se proceda a tapiar este tipo de inmuebles, y que se realice una inspección permanente con el fin de comprobar si están "okupados", así como de sus condiciones de seguridad. En el caso del inmueble afectado de ayer, se encuentra prácticamente derruido en todo su interior, pero los escombros, vigas de madera y demás elementos aún permanecen acumulados y sin ningún obstáculo para acceder.

Los residentes temen que haya fallos estructurales que acaban provocando algún tipo de derrumbe y recuerdan casos más o menos recientes, como el desplome interior de una casa de la plaza de A Verdura, que a día de hoy sigue sin rehabilitación alguna, o los dos emblemáticos edificios de la calle César Boente: el Pazo Mariño de Lobeira y Barcia. Ambos estuvieron durante años abandonados y con indigentes en su interior, que incluso causaron más de un incendio. Con buena parte de la estructura arruinada, la instalación de unas vallas, en 2011 fue la única medida aplicada hasta este año, cuando finalmente los propietarios accedieron a las exigencias municipales y procedieron a retirar algunas de las piezas más peligrosas y a tapiar por completo puertas y ventanas, no solo para adecentar la calle sino también para garantizar la seguridad de los peatones y los inmuebles vecinos.