-A pesar de ser una parroquia mártir, como la llama usted, Lourizán sale adelante y es un lugar con mucha vida...
-Sí, sale adelante pero es una parroquia con un cierto añadido de dificultad porque es una población a caballo entre dos suburbios con una zona volcada hacia Pontevedra y luego otra parte que está mirando hacia Marín. Son dos fuerzas muy grandes que tiran de la parroquia hacia un lado y hacia otro. Lo que sucede es que para Pontevedra ciudad, Pontevedra termina en As Corbaceiras y no es verdad. No quiero decir que esté abandonada, porque me consta que no, pero no se preocupan tanto como otros sitios, porque siendo esta la parroquia más poblada del rural de Pontevedra es la que menos tiene. Incluso el aporte económico del aporte de Lourizán es inmenso comparado con otros sitios. Lo que tiene que pagar en impuesto empresas como celulosas, Elnosa, cocheras, la parte del Puerto que corresponde a Pontevedra, son muchos impuestos los que hay que pagar ahí, y debiera revertir algo más en la parroquia. Yo no estoy contento en ese sentido porque creo que no tiene el peso específico que debiera tener.
-Después de cincuenta años participando de la vida de la parroquia, supongo que ahora verá por la calle niños a los que usted bautizó que serán ya hombres hechos y derechos...
-Algunos ya son incluso abuelos. De vez en cuando todavía me paran por la calle y me preguntan si no me acuerdo de ellos, que les dí clase. Después de cincuenta años imagínese, de muchos no me acuerdo. Pero que me paren y me lo digan es una satisfacción tremenda.
