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El meollo

El agravio a Puig Llamas

El agravio a Puig Llamas

Ignorancia histórica, revanchismo político y resentimiento social. Todos estos ingredientes confluyen sobre el disparatado acuerdo tomado en el último pleno municipal contra el buen nombre de Javier Puig Llamas.

Por el único y exclusivo motivo de presidir algunos meses la Diputación Provincial durante la Guerra Civil, pero sin cometer ni una acción punible, Marea y BNG han aprobado su retirada del callejero pontevedrés, apelando a la Ley de Memoria Histórica. La aplicación de tal criterio con carácter general a todo el franquismo dejaría pelado el nomenclátor pontevedrés.

Nadie recuerda hoy un acuerdo municipal que suscitara en la prensa local un rechazo tan amplio, contundente y razonado. Tal unanimidad resulta harto elocuente y merece al menos una reflexión.

Que levanten la mano sin sonrojarse los concejales que sabían algo sobre tan relevante personalidad antes de votar a favor de tal moción por puro seguidismo, no exento de burrología. Solo así puede entenderse tal acuerdo. De lo contrario, habría que hablar de algo mucho peor.

Javier Puig Llamas fue un hombre respetado, querido y admirado. Fue un profesional reputado, que realizó durante la República un trabajo loable como presidente del Colegio de Abogados. Y fue un magnífico alcalde que hizo mucho por esta ciudad cuando iniciaba su despegue a principios del siglo XX. Todos estos méritos, le otorgaron un lugar merecidísimo en el callejero pontevedrés, ahora convertido en un coto de caza.

Una semana ha pasado desde entonces y nadie ha dicho esta boca es mía entre los impulsores de tamaña tropelía. Unos deslenguados habituales se han transmutado en unos mudos temporales. Su silencio resulta estruendoso.

Hay que empezar a pensar, por tanto, que desde el alcalde Fernández Lores, hasta el concejal Luís Rey, ninguno de los autores de este desaguisado está dispuesto a rectificar, a considerar que hubo un error de apreciación, o a admitir que tuvo un mal día y se dejó llevar.

El meollo de la cuestión está en saber a ciencia cierta si Marea y BNG sufrieron un trastorno mental, quizá una traición del subconsciente, y se equivocaron de persona, y de paso adivinar si existe todavía algún margen de maniobra en el Ayuntamiento para enmendar tanta insensatez.

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