Los incendios dieron una tregua el pasado fin de semana a la comarca de Pontevedra, donde ayer quedaban extinguidos los dos únicos fuegos que permanecían activos: el de la parroquia pontevedresa de Pontesampaio y el de Carballedo, en Cotobade.

La Consellería de Medio Rural de la Xunta de Galicia anunciaba ayer que el incendio de Carballedo se podía considerar extinguido desde las 9.50 horas. Era el tercero que asolaba al Concello de Cotobade en una semana. Con él se quemaban entre 50 y 60 hectáreas de arbolado. El fuego se había iniciado el viernes a media tarde, causando el pesar de los vecinos de la zona, cansados de luchar durante días contra este "terrorismo" del monte, tal y como lo definía el alcalde, Jorge Cubela. Trabajaron en su extinción seis agentes, quince brigadas, nueve motobombas, tres palas, siete helicópteros y cuatro aviones.

Antes de este fuego, se habían registrado otros dos, en Tenorio, el primero, que comenzó el pasado lunes, y el de Viascón, que fue prendido dos días después. Ambos fueron extinguidos el pasado viernes, pero el descanso fue breve, ya que horas después se daba la voz de alarma en Carballedo.

En total, han sido cerca de 500 las hectáreas que han sido arrasadas por las llamas, ya que el de Tenorio supuso la destrucción de 365 y el de Viascón otras 40.

Pese a la gran colaboración en los trabajos de extinción entre los equipos profesionales y los propios vecinos, que se volcaron con su municipio, toda precaución es poca, de ahí que la Guardia Civil haya intensificado el control en todos los accesos a Cotobade para frenar a los incendiarios. Se da la circunstancia de que este concello limita con otros cinco y que sus carreteras se convierten en auténticas "vías de escape", en palabras del regidor Jorge Cubela.

Construcciones quemadas

Por otro lado, el sábado por la noche cambiaba a categoría de extinguido el fuego de la parroquia pontevedresa de Pontesampaio, que se había terminado uniendo al de Soutomaior-Arcade. El incendio obligó a desalojar a parte de los vecinos y calcinó un alpendre y una casa abandonados propiedad de una mujer de avanzada edad que vive a escasos metros. De nuevo, los habitantes de la zona trabajaron durante horas para refrescar las fincas más cercanas a sus viviendas.