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Una mujer denuncia que la prestación por dependencia de su madre de 88 años se pagará en plazos hasta 2023

La mujer percibe 97 euros al mes -Afirma que la Xunta comenzó a abonar con cuatro años de retraso

Documentación del caso que exhibe la familia. // G. Santos

C. S. C. tiene un sobre colmado de papeles del que no se despega. Los lanza sobre la mesa casi con vehemencia, convencida de su valor probatorio de una injusticia. También tiene un nombre, pero prefiere ocultarlo, porque teme represalias y tiene una madre dependiente de 88 años que tendrá que llegar a 2023 para poder percibir la totalidad del dinero de la prestación de dependencia. Así lo denuncia la afectada, que explica que durante los cuatro años que van de agosto de 2011 a finales de 2015, "nadie me comunicó que la Xunta había reconocido a mi madre un grado de dependencia que le daba derecho a percibir una ayuda económica. Tampoco nadie me la pagó".

La carta que le abrió los ojos le llegó en diciembre del año pasado, con cuatro años de pagos pendientes que ahora le irán fraccionando. Desde enero de 2016 su madre cobra 97 euros al mes, insuficiente siquiera para hacer frente, dice, a sus medicinas. El dinero adeudado asomó en marzo, cobró 510 euros, y no volverá a cobrar nada de lo atrasado hasta el año que viene. Y después hasta el siguiente. Marzo de 2023 es la fecha en que su madre acabará de cobrar lo que ya debería haber percibido. Si la madre de C. S. C. falleciera antes el dinero nunca saldría de las arcas públicas. "Fui aquí a la Xunta (delegación en Pontevedra) y no me lo creían. Tuve que llevar los papeles", asegura.

La protagonista de esta historia percibe una pensión de poco más de 300 euros, como la no contributiva de su madre. Su hijo padece parálisis cerebral. Con su prestación por dependencia no hubo retrasos pero sí un recorte. Hoy cobra 174 euros al mes. Ninguno de su otros dos hijos tiene empleo, la "niña" cuida a la abuela. Cuando a C. S.C. se le pregunta por las matemáticas que tiene que hacer para vivir da gracias a su tío, a la pescadera que le ayuda dejándole pagar un poco más tarde, a otro familiar que le da huevos de casa. Después pide al gobierno que le dé lo que ya debería haberle dado y se marcha con su sobre lleno de papeles.

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